Gloria y Honor a un héroe del Perú
Hace unos días ingresó a la gloria que le corresponde entre los héroes peruanos, el almirante Luis Giampietri, figura destacada en la historia reciente del Perú, recordado por su papel en 1997 como líder en la exitosa operación de rescate de rehenes en la residencia del embajador del Japón en Lima. No permitamos que su legado pretenda ser manchado por la infame y falaz controversia que quiso acusarlo, junto con los valientes comandos de la operación Chavín de Huántar, de supuestas violaciones a los derechos humanos durante la operación.
El rescate de rehenes en la residencia del embajador del Japón fue un hito en la historia del Perú y el almirante Giampietri desempeñó un papel fundamental en esta operación. Su liderazgo y valentía fueron cruciales para el éxito de la misión, y su nombre quedó grabado en la memoria colectiva del país como un héroe nacional. La operación “Chavín de Huántar” no solo logró la liberación de los rehenes, también fortaleció la confianza en las fuerzas armadas y en la capacidad del país para hacer frente a amenazas internas, eso es lo que debemos recordar y agradecer todos los peruanos de bien.
Debemos condenar sin ambages a quienes prendieron empañar su legado con acusaciones de violaciones a los derechos humanos durante la operación. Conocidas ONG’s defensoras de delincuentes y terroristas, así como críticos, resentidos por el fracaso de la intentona caviar y comunista de capturar el poder en nuestra patria, alegaron que se habrían cometido abusos contra los subversivos del grupo terrorista MRTA, una organización genocida que mantenía a los rehenes bajo amenaza de muerte. Estas acusaciones pretendieron iniciar un debate en la sociedad peruana sobre desafíos y dilemas éticos que enfrentan las fuerzas de seguridad en situaciones de crisis. Fracasaron.
Las circunstancias que vivimos y la deuda de gratitud que tenemos con el Almirante Giampietri, nos mueven a proponer, como homenaje póstumo a su egregia figura, el retiro del Perú de la jurisdicción de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y denunciar la infausta Comisión de la que es agente. Ya es tiempo de cuestionar la influencia y la parcialidad de organismos internacionales en asuntos de derechos humanos y defender la soberanía de nuestro país. No olvidemos que la CIDH es financiada, en parte, por las ONGs que litigan en el sistema, en un flagrante conflicto de intereses que la hace actuar como juez y parte. Llamemos a las cosas por su nombre y dejémonos de aceptar la intromisión en nuestros asuntos de política interna, mientras el Perú se desangra en manos de bandas criminales.
El legado del almirante Luis Giampietri es un recordatorio de la complejidad de los desafíos que enfrentan los héroes nacionales y las fuerzas de seguridad en situaciones de crisis, es nuestra responsabilidad como sociedad defenderlos y ofrecerles las garantías que necesitan para evitarles los abusos de los que han sido objeto. Su papel en el rescate de rehenes en la embajada de Japón en Lima es innegable, no permitamos que oscuros intereses lo empañen con falsas acusaciones. Sin embargo, reconozcamos la importancia de la rendición de cuentas y el respeto por los derechos fundamentales.
La propuesta de retirar al Perú de la jurisdicción de la Corte Interamericana de Derechos Humanos es un tema que merece un debate largamente postergado. Es importante proteger la soberanía nacional y es crucial denunciar la parcialidad de la que somos objeto por parte de una supuesta supervisión externa en asuntos de derechos humanos con el pretexto de prevenir abusos y mantener la integridad de las instituciones democráticas.
En última instancia, el legado del almirante Giampietri es un recordatorio de que el equilibrio entre la seguridad nacional y el respeto a los derechos humanos es un desafío constante, y la sociedad peruana debe seguir debatiendo y buscando soluciones que honren la valentía de sus héroes, sin bajar la cabeza ante organismos que demuestran incapacidad para cumplir la misión que les ha sido confiada. Bregamos por el respeto a los Derechos Humanos, estamos en contra de quienes los socavan defendiendo a los que matan, violan y trafican con ellos, escondiéndose detrás de conocidas ONGs. Esa es mi versión y la seguiré defendiendo, le duela a quien le duela y con perdón de los adefesios.
Por Oscar Becerra Tresierra
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