¡Hable ya y fuerte, fiscal Benavides!
El 18 de diciembre pasado, el Equipo de Fiscales Contra la Corrupción del Poder, a través del Equipo Especial PNP (DIVIAC Y DIVIAD); coordinando con el Sétimo Juzgado de Investigacion Peparatoria de la Corte Superior Penal y, teniendo como Agraviado al Estado, ejecutó una razzia que acabó con el allanamiento de múltiples viviendas de personas señaladas como integrantes de una Organización Criminal, liderada por la suspendida Fiscal de la Nación, Patricia Benavides.
Un operativo de evidente factura kafkiana y, por cierto, característico de regímenes autocráticos que, tras la restauración de la democracia luego de la quiebra constitucional perpetrada por el golpista, ágrafo hipercorrupto Pedro Castillo, creíamos ya superados. Aunque la experiencia advierte que el Perú todavía sigue sometido a un régimen absolutista de gobierno. Es más, lo que venimos viviendo –hace ya varios meses– es el retorno de un totalitarismo marxista travestido de democracia con Estado de derecho. Esto último, amable lector –el Estado de derecho–, para todos sus efectos NO existe en estos momentos en nuestro país. Ha sido sustituido por un sistemático estalinismo policíaco disfrazado de custodio del Estado. Aunque, en la practica, ni resguarda al Estado ni, mucho menos todavía, cuida los derechos civiles y democráticos de los 33 millones de peruanos. Tan solo obedece al dictado de una cúpula pervertida –los caviares– que ha secuestrado el poder político y judicial, so pretexto de hechos de corrupción que solo existen en la mente torcida de esos miserables que se han encaramado en el poder, abusando de la Fuerza Pública vía una división policial al estilo Gestapo, llamada Diviac, a ordenes de un individuo, Harvey Colchado, que funge de operador de Inteligencia cual Montesinos redivivo. Colchado coordina con una Fiscalía de la Nación nuevamente secuestrada por la cúpula caviar, y su gavilla totalitaria. Esta insiste en manejar el Estado sin votos de la sociedad para hacerlo. Es decir, apelando a su prepotente costumbre de dirigir la cosa pública al estilo estalinista.
¡Desde todo punto de vista, la –hasta el momento– fallida explusión del cargo de la suspendida Fiscal de la Nación Patricia Benavides carece de sustento legal! Todos son trascendidos, especulaciones, versiones ninguna corroborada; tan sólo dichos de sujetos moralmente descalificados que, para defenderse, apelan a esa táctica de moda patrocinada por los caviares para zafar cuerpo y denunciar a inocentes. Nos referimos a la confesión sincera; mecanismo corrompido y siniestro que no debe ni puede utilizarse. Porque la lentitud del trabajo fiscal, aunada a la demora de los jueces, eterniza las investigaciones; y las personas falsamente imputadas pasan a una detención provisional por 18 o 36 meses. Entre tanto, los culpables protegidos por los caviares –que hoy nuevamente se han apropiado del manejo de la Justicia– quedan libres dirigiendo el aparato represesivo del Estado con una policía política; una Fiscalía corrompida; y un poder Judicial infamemente conducido. ¿Por qué ante toda esta podredumbre, guarda silencio (¿complice?) la Fiscal Patricia Benavides? ¡No defraude a quienes confiaron en usted, doctora Benavides! Es hora que hable usted. ¡Hable fuerte contando la verdad!
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