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Huyen las ratas caviares

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Fecha Publicación: 22/04/2023 - 23:00
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Las ratas huyen apenas presienten que la nave se hunde. Tal cual actúan esos pillos conocidos como “los caviares”, banda de presumidos ganapanes dueños de la verdad y árbitros de lo políticamente correcto, que instalaron su imperio en el Perú coronando de emperador suyo a un espontáneo y hablantín llamado Alejandro Toledo Manrique.

Gracias a este, sentaron cimientos en las esferas más altas, tanto de la política como el periodismo y la cultura, convirtiéndose de esa manera en el verdadero poder detrás del trono que ocuparía Toledo a lo largo de cinco años de farra y fanfarria. Atrás quedaron tópicos como la ética, la corrección política, los derechos humanos o el sexo de los ángeles.

De allí en adelante, los caviares se rigen por el adagio bolchevique: “Salvo el poder, el resto es ilusión”. Patrón que las ratas caviares practican invariablemente como norma de vida. Al margen de cumplir ciegamente con el ejercicio de otros dos dogmas de fe.

¡Estos son la sólida práctica del ocio y de la puñalada traidora! ¡Al final del día, asegurarán su modus vivendi medrando del Estado! Es decir, sableando a la pobre sociedad, imponiéndole al Estado inútiles, barrocas, pero sumamente rentables -para ellos- consultorías, que impulsan retorcidas teorías neomarxistas propuestas por ideólogos de la mafia caviar de la talla de George Soros, por ejemplo, para consolidar el unisexismo, a la vez que la ideología de género, el aborto, la cultura gay, los derechos lgtbi y todas las demás hierbas envenenadas. Consultorías pagadas por el Estado, que al fin del día pervierten a la juventud y corroen la sociedad. Por esta razón es que, desde la instalación del imperio caviar tras la coronación de Alejandro Toledo I como mandamás del Perú, los caviares aseguraron el control de ministerios claves como Educación, feudo que les sigue siendo sumamente rentable.

Tras este preámbulo -que registra la trascendencia que ha tenido Toledo para los caviares- resulta que ahora esas ratas inmundas saltan de la nave toledana aterradas porque retorna al Perú, tras haber permanecido seis años fugado de la ley. Pronto entrará directamente a una penitenciaría donde lo instalarán junto a su némesis Alberto Fujimori y el impresentable Pedro Castillo. Y, casi seguro, luego le acompañarán Ollanta Humala, Martín Vizcarra. Evidentemente, Toledo no quiere morir enjaulado.

Como tampoco quiso –ni quieren- Fujimori, Humala, PPK y Vizcarra. Pero, ¿cuántas inmundicias les conoce Toledo a los caviares? Pronto lo sabremos. Porque Toledo –que no es un santo- debe estar cabreado, muy cabreado por las puñaladas traperas que viene recibiendo de los caviares, que suponen que tomando distancia de él -a última hora- les evitará acabar contaminados, procesados y condenados.

Leímos ayer una epifanía del insecto Gino Costa –alcahuete de Toledo durante dos décadas- pretendiendo zafarse de lo insalvable: los favores que recibió del toledato como ministro del Interior, asesor, correveidile, etc. Clara muestra de desesperación transmite el mensaje que lanzó esta cucaracha contra quien, hasta muy hace poco, fuera su patrón espiritual. Al final del día, ahora Costa pende de la lengua de Toledo.

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