Imperdonable maltrato a Perú
Aprovechando su cuarto de hora de deslumbramiento, la noche del viernes pasado –previa despedida con todos los honores– volaba otra vez en el avión presidencial la presidente Dina Boluarte, para presentar –en el país que visite– una escena bucólica del Perú diciendo “hoy somos un país seguro”.
Esta vez rumbo a EEUU, donde los ilusos peruanos aguardaban verla al día siguiente en una “cita prevista” con el presidente de Estados Unidos, tal como indicaba la agenda que entregó al público, la Cancillería y, asimismo, envió al Congreso para gestionar la autorización del viaje de Boluarte. El sábado era la fecha esperada para aquella “reunión bilateral con el presidente Biden”.
Pero lo único que vieron los ciudadanos fue a su presidenta Dina Boluarte subiendo unas escaleras secundarias, cogida de la mano del presidente Joe Biden, viejo zorro de la política norteamericana que, con aquel gesto, encandiló a la mandataria peruana a pesar de no haberle concedió la anunciada cita bilateral.
¡Lo que sí hizo con su homólogo chileno, el comunista Gabriel Boric! Como epílogo, el Perú ha pasado por una de las peores vergüenzas diplomáticas de estos últimos tiempos. Posiblemente Washington sea consciente del desaire –que consideramos como gesto de rechazo a la investidura presidencial de Boluarte– motivado por la mayor cercanía de su partido político, el Demócrata, cada vez más próximo a las izquierdas extremas, como la nuestra, que perseveran en esa falsaria narrativa del “golpe del Congreso”; cuando quien perpetró el golpe de Estado fue, precisamente, Pedro Castillo.
Mientras todo esto sucedía en Washington DC, la capital peruana estaba cercada por bandas de criminales, tanto venezolanas como colombianas, de muy alto calibre, abocadas al lucrativo negocio negro del cobro de cupos –cual Al Capone– a comerciantes y público en general en diversos distritos. Pero igualmente, llenando las redes sociales con terroríficos psicosociales.
En paralelo, las pandillas peruanas amenazaban vengarse de las manadas extranjeras con desatar un baño de sangre, para acabar con la presencia de sus pares foráneos. Un estremecedor vacío de seguridad, en el país de las maravillas dibujado por la presidente Boluarte.
En toda nación la prioridad es el ser humano; el respeto a la norma; la represión del crimen; la aplicación de leyes con máxima rigurosidad; y sobre todo, garantizar al ser humano la primacía absoluta de su integridad física y su patrimonio personal. ¡Precisamente todo lo contrario a lo que hoy rige el Perú!
Además, el Estado no debe permitir que la mentira sea moneda corriente a su interior. Y a resultas de incumplirse la agenda que, supuestamente, pactó nuestra Cancillería con el Departamento de Estado, lo que hemos visto ha sido un engaño al pueblo peruano.
Obviamente, para erradicar la mentira –como consigna desde el Estado– resulta indispensable dilucidar la certeza de la citada agenda para determinar si, en efecto, Torre Tagle engañó a la población; o Washington incumplió su compromiso.
Solamente así evitaremos que mientan nuestras autoridades; o que nos falte el respeto otro país dizque amigo, como ha sucedido con Estados Unidos.
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