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Intolerable intromisión eclesiástica

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Fecha Publicación: 29/07/2023 - 23:00
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“Las lecturas bíblicas de estas Fiestas Patrias son una invitación hacia la alegría desbordante y permanente para nuestra fe y nuestro estado de ánimo actual”, dijo el 28 de julio monseñor Carlos Castillo, el cardenal, delante de la presidente Dina Boluarte. Fue durante el Te Deum juliano. A continuación, se refirió a la “opresión” romana (sugiriendo parabolicamente que el gobierno de Boluarte es opresor) “cuando, estando encinta María, que ha recibido del ángel Gabriel la noticia de que daría a luz al rey esperado, ella deja la cama y se levanta. Ha escuchado que la anciana Isabel también está encinta, y va sin demora para ayudarla; al encontrarse ambas se llenan de alegría.”

Prosiguió Castillo, el cardenal, leyendo su prédica: “No eran dos mujeres distraídas a las cuales les sucede algo extraño. Eran dos mujeres conscientes de la historia trágica, pero esperanzadora de su país. Dominaban Israel sacerdotes aristócratas saduceos, cómplices del imperio romano. Se había cerrado la esperanza. Los que dirigían Israel solo imponían su poder insensible, sin misericordia. Todo lo que hacían era juegos de poder y dinero, amarres y acuerdos bajo la mesa, despreciando a los débiles. El Rey que nacería sería, por eso, muy distinto, cercano, servidor, identificado con su pueblo; podría decir hasta democrático. Y su Madre lo era también.”

En consecuencia, escuchando a Castillo, el cardenal, la presidente Boluarte es aristócrata y cómplice de la derecha; pegada a los juegos del poder, al dinero bajo la mesa, y a los amarres y acuerdos en desmedro de los débiles. Finalmente Castillo, el cardenal, pronostica que “Perú tendrá nuevo presidente muy distinto, cercano e identificado con el pueblo; inclusive democrático.”

¿Acaso cuando el cardenal Castillo indirectamente sindica de aristócrata y de tener arreglos bajo la mesa a la presidente Boluarte, estaría alucinando que su amigo Pedro Castillo pudiese sucederle en la presidencia? Ahí no quedaría la grosería de Castillo, cardenal amigo y protector de Pedro Castillo, el expresidente golpista y corrupto, con quien se reunía, departía y al que vehementemente defendía en público, mientras este miserable y mimado amigo suyo reinaba ebrio de autoritarismo, muy dedicado, él si, a los “juegos de poder y de dinero; a amarres y acuerdos bajo la mesa, despreciando a los débiles”.

Lo hacía farreándose millones del presupuesto de peruanos pobres y ricos. ¡Pero ahí no quedan los crímenes de Castillo, el expresidente! Porque, fuera de golpista y corrupto, el dilecto amigo de monseñor Castillo, el cardenal, ideó un plan para imponer acá un régimen comunista y someternos al yugo marxista de Cuba, Venezuela, Colombia, Chile y Nicaragua, con cuya prédica -e ideales opresores- posiblemente comulgue monseñor Castillo, el cardenal. Penoso que el Perú haya sido tan maltratado por Francisco I, el Papa, quien designó cardenal al obispo Carlos Castillo sin que reuniese los créditos personales ni eclesiásticas que demanda un cargo de tanta trascendencia, dentro de lo que alguna vez representó para el Perú la gloriosa Iglesia Católica.

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