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La agonía del Año Uno

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Fecha Publicación: 23/03/2019 - 22:20
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Una de mis más fascinantes experiencias periodísticas fue trabajar al lado de Francisco Igartua para la revista OIGA. Pese a las diferencias de edad, formación ideológica y quimeras religiosas, Paco me dispensó no solo un apoyo sublime para estructurar la sección “En el Perú” –las cinco primeras páginas del análisis de la coyuntura política– soportando mis prolongados intentos de ajuste a la misma, sino también el placer de escucharlo en la rienda suelta de su vasta cultura y disertación sobre el personaje universal que más admiraba: don Miguel de Unamuno.

Como se sabe, Unamuno sembró profundas reflexiones acerca del sentido de trascendencia que desarrolla el ser humano aferrándose a vivir y temer a la muerte. Dos de sus textos fundamentales son “La agonía del cristianismo” y “Del sentimiento trágico de la vida”, los cuales, gracias a Igartua, convertí en libros de cabecera hasta el presente.

La agonía unamuniana es un concepto muy recurrido y marco de estudio para muchos trabajos excepcionales (Eugenio Chang-Rodríguez publicó hace 10 años “Una vida agónica”, la más singular de las biografías escritas sobre Víctor Raúl Haya de la Torre bajo los parámetros establecidos por el gran filósofo español, a quien el fundador del Apra trató mucho en París). Al mismo tiempo, puede ayudarnos a entender aspectos cotidianos como –por ejemplo– el primer año de gobierno de Martín Vizcarra.

Porque si hay alguien vigente dentro de esa tesis para evocar la lucha encarnizada por la supervivencia, es el mandatario moqueguano. Los fundamentos se conocen: Vizcarra se encontró la presidencia de la República sin partido, ideas y objetivos. Su primera pugna fue por alcanzar legitimidad personal antes que sentar las bases de la gobernabilidad colectiva.

Abrazó la bandera de lucha contra la corrupción, pero blandiéndola primero contra Pedro Pablo Kuczynski pero derivándola después hacia un Congreso devaluado por la torpeza fujimorista y las instituciones vinculadas a la administración de justicia tras difundirse audios que detallaban sus nauseabundos niveles de inmoralidad. Actores oficiosos han restablecido la línea de comunicación Vizcarra-PPK, al parecer para ayudar a este último de sus trances judiciales.

Las iniciativas de reforma política yacen ahí como una muestra del cansancio ciudadano respecto a sus dirigentes, pero no van más allá luego del desconcertante calificativo de “insumo” que tanto Vizcarra como el premier Salvador del Solar le han dado al trabajo de la comisión presidida por Fernando Tuesta. La judicial camina, felizmente.

Ahí queda todo. La extensa agenda de generación de inversiones y empleo, seguridad ciudadana, sistema educativo, optimización de los servicios de salud, y otros, todavía espera. Un año agónico sin duda (unamunianamente hablando).