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La degeneration de Torre Tagle

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Fecha Publicación: 25/10/2022 - 23:00
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César Landa, un foráneo en nuestra diplomacia, es el Canciller. Ejerce el cargo como abogado de Pedro Castillo en detrimento de nuestro prestigio mundial. Landa usa a Torre Tagle como escudo político para defender a un sujeto como Castillo, a quien la Fiscal de la Nación ha denunciado ante el Congreso como cabeza visible de una organización criminal dedicada a robarle a los peruanos. ¡Este uso infame de la Cancillería no debe quedar impune! ¡Apenas vaquen por corrupto a Pedro Castillo, Landa deberá ser denunciado ante el Congreso por comportarse como celador del presidente, antes que como canciller del país! Recordemos. Héctor Bejar, un terrorista calificado de guerrillero -aunque calza como terrorista- fue el primer Canciller de Castillo. Duró 24 días en el cargo. Luego vino Óscar Maúrtua, diplomático de carrera retirado que nunca destacó en el servicio. Sucumbió ante la sensualidad de servir como canciller de quien, según la Fiscalía, califica como corrupto. Duró cuatro meses y días en el cargo. Lo reemplazó César Landa, abogado que renunció sólo seis meses después. Lo sucedió un diplomático hablantín, Miguel Rodríguez Mackay, quien duró 39 días en el puesto. Extrañamente lo sustituiría nada menos que quien fuese su antecesor, el inefable César Landa, quien con aquel gesto diera a conocer su vocación de comodín de un sujeto hoy imputado como cabeza de una organización criminal.
Torre Tagle, la otrora emblemática Cancillería peruana, ha sido reducida a ser una olla de grillos, adonde pululan personajillos que acatan órdenes de quien hoy funge de jefe de Estado. Atrás quedó esa auténtica diplomacia de carrera que enarbolaban cancilleres de gran talla como Alberto Ulloa Sotomayor, Víctor Andrés Belaunde Diez-Canseco, Raúl Porras Barrenechea, Carlos García Bedoya o Javier Pérez de Cuéllar. Degradación que refleja la faz patética de un Perú chabacano. No del verdadero Perú.
Esta, amable lector, es la “diplomacia” que está dispuesta a incorporar al Perú dentro de un grupete de naciones de la órbita comunista que, por ahora, lideran Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia. Esta es, igualmente, esa neo diplomacia sometida al otrora oráculo de la representación panamericana llamado OEA, transformada ahora en una asamblea internacional manipulada por operadores del más bastardo comunismo latinoamericano. La OEA se alista a sacarle las castañas del fuego a Castillo, un presidente acusado constitucionalmente -por la Fiscalía de la Nación- como líder de una camorra criminal abocada a robarle a los peruanos, medrando de su Estado. Apelará a un ritual que atenta contra nuestra Constitución, nuestro sistema democrático, y el Estado de Derecho. La anunciada visita de la OEA pretenderá santificar a un mandatario pletórico de indicios de corrupción, pretextando que la Constitución peruana adolece de imprecisión en su Art. 117. El socialismo sudaca alega que los fundamentos del mismo no determinan a qué, exactamente, se refiere el término “incapacidad moral para gobernar” que cita dicho artículo. Consecuentemente intenta exigirle al Congreso hacer lo que no indica la Carta: que los peruanos esperemos las tres instancias de todo proceso judicial (aproximadamente quince años), para recién vacar a un presidente corrupto.

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