La empobrecedora vesania izquierdista
Desde su desafortunada aparición en la arena política nacional, la izquierda, siempre buenista por demagógica, sostiene su popularidad en función a mantener al Perú en la miseria generalizada. La vieja táctica marxista de someter al pueblo a la escasez, indigencia y penuria, para luego postular sus cantos de sirena de igualdad social, no es otra cosa que la entronización del hambre y la sordidez.
Aquello que conduce al asfixiante tercermundismo socialista en que, salvo contados episodios de sentido común de la ciudadanía –cuando ha votado por algún candidato NO izquierdista- nos encontramos hace una década. El juego de las izquierdas chabacanas y estúpidas, como la peruana, estriba en granjearse la simpatía popular a base de regalarle el dinero de los contribuyentes a los sectores necesitados, para así capitalizar sus votos y continuar sobreviviendo de su bolsillo, amable lector.
Dinero que, como hacen los países exitosos, requeriría ser invertido en la construcción de hospitales, de escuelas, de vías de comunicación, Seguridad Ciudadana, etc. Pero el socialismo peruano lo despilfarra en sostener el opulento tren de vida de la nomenklatura roja que instala en el poder, y en propaganda política para seguir narcotizando a la sociedad con su vicioso ilusionismo. Es decir, malversando los recursos nacionales en ahondar la indigencia, en lugar de invertir esos fondos en el aparato productivo nacional para beneficiar al Pueblo.
En sencillo, aplicando con sentido común el producto de los impuestos que le genera el esfuerzo del sector privado. No así con criterios benéficos, asistencialistas, como sucede ahora, porque así lo exigen todos los postulados de izquierdistas para someter a la sociedad. Uno de aquellos facilismos a los que apela la izquierda para conquistar el aplauso de las galerías menesterosas, es manipular el asunto del sueldo mínimo, según las circunstancias políticas del momento. Le interesa un caracol la severa coyuntura por la que atraviesa el Perú, por culpa precisamente de tanto dispendio demagógico.
Pero en vez de solucionar la crisis reduciendo el gasto estatal, se empeña en ahondarla para destruir, definitivamente, la estabilidad nacional, hasta pauperizar al ciudadano. Tal como ha ocurrido en Cuba y Venezuela, acentuando su señorío al aplicar, progresivamente, más drásticas y mayores medidas represivas.
A tal extremo llega la vesania izquierdista en su misión por repartir miseria para cosechar aplausos, que cada vez que se ve arrinconada, como ahora, demanda subir el sueldo mínimo. Según Julio Velarde -uno de los mejores presidentes que ha tenido el Banco Central de Reserva- “el sueldo mínimo peruano está sobrevaluado, comparado con el salario promedio del trabajador formal”. Este porcentaje crecerá, si se le contrasta al promedio del sueldo mínimo del sector informal de la economía.
Velarde insistió en que el sueldo mínimo peruano “es muy elevado”, reiterando que es “mucho menor en los países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos OCDE” donde, irónicamente, Perú postula como miembro en uno de sus peores momentos. Finalmente, Velarde enfatizó que “los sueldos no suben por decreto, sino por la inversión que genera mayor demanda de mano de obra”.
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