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La fórmula JITANJÁFORA de José Respaldiza

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Fecha Publicación: 31/05/2019 - 21:10
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“Palabras palibros/palabrejas palabrujas/palabritas y palabrotas”. Estas expresiones lo escuché, por vez primera, en la calmada voz del  maestro José Respaldiza en aulas de la Universidad Nacional de Educación “La Cantuta”.  Las  jitanjáforas circulan de boca en boca y pertenecen a la tradición de la sabiduría popular.

Este conjunto de palabras organizadas, cuidadosamente seleccionadas, sin explicación lógica, concebidas con alto sentido lúdico y humorístico buscan dar sugestiva tonalidad musical y relevancia al ritmo, generando en ese desorden una atracción especial. Por ejemplo, “¿Qué hablas? Palabras/¿Qué dices? Perdices/¿Qué comes? Melones/Si hablas, si comes, si dices/Tus palabras serán melones y tus melones serán perdices”.  En suma: la palabra es su majestad.

Como todo trotamundos, buen académico y escritor, Respaldiza visitó bibliotecas, ferias de libros, librerías y universidades. Ha recopilado de la literatura universal lo más selecto de obras maestras.  Sus libros “Jitanjáforas, adivinanzas y otros juegos de palabras”, “Las jitanjaforas, en el mundo infantil”, “Jitancuentos” y muchos otros que testimonian su esfuerzo, para deleite de lectores. Por estar orientados a la niñez,  su aporte es de alta valía para la educación inicial y primaria pero inexplicablemente están ausentes en los programas oficiales.

La jitanjáfora es un valioso medio que estimula el uso del lenguaje, la rapidez mental,  despierta el sentido del humor y la imaginación así como perfecciona la dicción, entre otras capacidades  escasas y limitadas pero de urgente necesidad en estos tiempos.  Según el poeta mexicano Alfonso Reyes, pionero en su difusión, son  “Creaciones que no se dirigen a la razón, sino más bien a la fantasía.  Las palabras no buscan un fin útil. Juegan solas”. En pleno reinado de medios informáticos, estas expresiones se resisten a desaparecer. Recurrir a la literatura, en particular  a la  que mediante rimas, asocia ritmo y melodía, significa  rescatarla  y darle vigor. Significaría entregar a los niños una fórmula de alto peligro: lo acercaríamos a la lectura, a soñar, a ser creativos desarrollando intensamente su imaginación.

Es responsabilidad de padres y maestros trabajar para que nuestros adultos recuerden que fueron niños. Comprometedora tarea a la que estamos convocados.