La importancia de la alfabetización financiera
Hace poco se dio a conocer que un distinguido grupo de “personalidades”—entre ellos, un exministro de Economia y otro de Producción—y cerca de 200 otros “inversionistas”, intelectuales, académicos y empresarios—cayeron víctimas de lo que se conoce como “un esquema Ponzi”, esto es, un fraude de inversión piramidal que consiste en pagar a los inversionistas existentes con los fondos de los nuevos.
El gancho es —como sucede siempre en este tipo de estafas— la expectativa, disfrazada de promesa, de una “altísima tasa de retorno sobre la inversión”. No importa mucho cuál es el activo subyacente. Este puede ser—desde estampillas postales, como en el caso de Carlo Ponzzi, el estafador que le da nombre a este tipo particular de estafa, pasando por “bonos de la Revolución cubana (como en el caso del famoso CLAE), inversiones en criptomonedas, etc.
La realidad de este esquema de inversión piramidal es siempre muy distinta a la promesa: los estafadores no invierten realmente en un negocio subyacente. Usan los dineros de los nuevos inversionistas para pagar a los inversionistas existentes, hasta que llega el momento en el que los ingresos de los nuevos inversionistas no son suficientes para pagarle “los intereses” a los inversionistas existentes y se produce un pánico al hacerse evidente el fraude.
Lo que ha llamado la atención es que incluso personas que deberían tener un altísimo nivel de conocimientos en materia financiera hayan caído victimas de tan burda estafa. A mí lo que me llama la atención es que estas estafas y otras no sean más comunes en vista del pobrísimo nivel de alfabetización financiera del país.
Según Standard & Poor’s en su recientemente publicado “Financial Literacy Around the World”, tan solo el 28% de los adultos en el Peru entienden conceptos básicos como inflación, interés simple y compuesto, y la “diversificación del riesgo”—un tema clave en momentos en que la discusión acerca del futuro de las AFPs y el sistema previsional alcanza las primeras planas de los medios
Comparen este 28% con el 71% de países como Dinamarca, Noruega o Suecia. Ok, ok…comparen nuestro 28% de alfabetismo financiero con el 52% de Botswana (Africa), el 54% de Bután (Asia), o el 41% de Chile. Lo concreto es que tenemos muchísimo que hacer en esta materia—no solo si queremos minimizar las estafas como las pirámides financieras—sino, sobre todo, si queremos maximizar el uso de servicios financieros de ahorro, créditos e inversión de quienes hoy están al margen de la modernidad financiera y sometidos a la violencia del “gota a gota”, o a estrategias financieras subóptimas como el ahorro mediante “juntas” o bajo el colchón. Debemos mejorar la educación de todo tipo, pero de manera inmediata, tal vez la educación financiera sea una materia de máxima prioridad.
Por Carlos Anderson
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