La larga agonía de Castillo
El autovictimizado Pedro Castillo, junto a quienes integrarían una organización criminal que él lideraría, dice que, para vacarlo, es indispensable que antes el Poder Judicial haya emitido sentencias en sus tres instancias, condenándole por los gravísimos crímenes en serie que le imputa la Fiscalía de la Nación. ¡Un trámite que podría durar década y media! “En mi caso, las imputaciones sólo son ‘sospechas’ de que, presuntamente, podría haber delinquido. Mientras no demuestren los jueces que está debidamente corroborado que he cometido los delitos por los que me acusa la Fiscalía, no pienso renunciar ni este Congreso podrá vacarme.” Esta es la absurda pose de quien no tiene otro argumento de defensa que ganar tiempo para, por ejemplo, usar los recursos del Estado para despilfarrar millones en organizar convenciones, viajecitos, recepciones, etc., de una partida de zánganos de la OEA, para que repitan su monserga: “mientras no exista condena legal firme, Pedro Castillo será inocente”.
Hipotéticamente inocente, se supone; aunque transparentemente culpable!
Sin embargo, apenas el fin de semana un canal televisivo denunciara que el ministro de Salud “habría” robado en el ejercicio de su función, Castillo lo vacó del cargo. Tanto que, a las 10.36 de la noche del domingo, ese cadáver político llamado Pedro Castillo lanzó el siguiente Tweet: “Ante los hechos propalados por un medio de comunicación que involucrarían (condicional, sin pesquisas ni sentencia debidamente consentida) al actual ministro de Salud, en aras de demostrar absoluta transparencia en mi gobierno he decidido dar por concluida sus funciones. Reitero mi compromiso de seguir trabajando por el país.” Vamos por partes. ¿Por qué no renuncia Castillo, mostrando esa lógica transparencia consigo mismo; cuando da “por concluidas” las labores de su ministro basado en condicionales, como la palabra “involucrarían”; y/o en la “denuncia” de un solo medio informativo? ¿Por qué vaca a su ministro por simples presunciones de un canal televisivo; mientras él se rasga las vestiduras rechazando que el Congreso lo vaque por no menos de 190 argumentos, contenidos en una sólida acusación constitucional, sustentados por la Fiscal de la Nación, doña Patricia Benavides, imputándole haber perpetrado gravísimos hechos por corrupción?
Ese doble estándar afirma la orfandad de los argumentos que esgrime Castillo para defenderse; en contraste con aquella irrefutable, muy solvente acusación constitucional fiscal contra el todavía mandatario. Esta contiene daclaraciones de testigos presenciales, aspirantes a colaboradores eficaces, videos, audios, fotos, etc., que sellan, sin la menor de las dudas, la solidez de los recaudos que incluye esta tantas veces citada acusación constitucional, ingresada al Congreso la semana pasada y ya admitida por la subcomisión de Acusaciones Constitucionales, con cargo a darle trámite a la mayor brevedad.
En vez de hacer otro multimillonario show viniendo a Lima para salvar al amigo de Almagro, la OEA debe debatir en Washington la Acusación Constitucional de la Fiscal de Nación peruana. Y para cualquier aclaración, enviar una misión a entrevistarse con los presidentes de los poderes Legislativo y Judicial; y la Fiscal de la Nación peruana. Nos ahorraría tiempo vital y muchísimo dinero.
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