La ley y el orden
Como consecuencia de los ya casi 202 años de vida republicana que tiene el país, por culpa de los sucesivos congresos democráticos que han conducido nuestro destino hoy el Perú cuenta con cerca de cincuenta mil leyes y decretos leyes; sin contar la infinidad de decretos supremos y demás normas de carácter legal de cumplimiento obligatorio. Por cierto, existe un cúmulo de decretos leyes promulgados por regímenes inconstitucionales, producto de golpes de Estado que disolvieron el Congreso.
Esto ha ocurrido hasta hace poco. En 2019, con el miserable Vizcarra; y casi se repite el 7 de diciembre de 2021 con la intentona golpista del corrupto Pedro Castillo. A esto se suman los decretos de Urgencia promulgados por varios poderes ejecutivos, vía facultades extraordinarias aprobadas por congresos que delegaron en ellos su poder, autorizándolos a promulgar leyes específicas. Entonces, salvo las normas declaradas inconstitucionales, en esta nación todas las leyes vigentes deberían cumplirse al pie de la letra.
¡De haber sido así, hoy el Perú ostentaría el estatus de país primermundista! ¡Pero somos todo lo contrario! ¿Por qué? ¡Sencillamente porque no ha habido régimen que imponga orden! ¡Es decir, falta gobierno! Desde mediados del siglo pasado, por lo general los gobernantes han venido incumpliendo desaprensivamente la Constitución, infringiendo el mandato que la Carta les obliga a ejecutar, imponiéndole la ley al ciudadano como cuestión de orden. ¡Ley y Orden, amable lector! ¡Es lo que hace tantísima falta en este Perú contemporáneo, supuestamente “democratizado”! Al menos así nos lo presenta la politiquería que nos engaña hace años. La realidad es que el Perú solamente funge de democrático. ¡Porque acá se incumple la ley y no pasa nada! La mejor prueba es esta monumental informalidad que nos asfixia hace medio siglo.
Imponer orden no implica conocimientos superiores de ciencia robótica, física cuántica o cálculo matemático avanzado, amable lector. Tampoco es ejercer una facultad tiránica, tal como lo propagan las izquierdas siempre buenistas que, en desesperado intento por empatizar con las mayorías, desautorizan a los gobernantes que siquiera intentan imponer la ley, a través del ejercicio democrático y constitucional que así lo dispone. Hablamos entonces de algo tan fundamental, como que el gobernante de turno imponga la autoridad que la Constitución le obliga a implantar, para hacer que la sociedad cumpla con la ley.
¡Repetimos ley y el orden! Dos conceptos elementales y valiosos, siempre que vayan de la mano. Aunque absolutamente inútiles y peligrosos si van por cuerdas separadas. Como desgraciada, inconstitucional e incomprensiblemente vemos que ha sucedido en el Perú a lo largo de estos dos desperdiciados siglos de desorden y caos. Acabemos con la anarquía que reina en la organización estatal peruana, tara ideada por las izquierdas para trabajar al susto a esos pusilánimes gobernantes de centro y de centro derecha que ha tenido este país, quienes han claudicado permitiendo que el socialismo arrincone al Perú en este chabacano espectro del tercermundismo en que se encuentra. ¡Los gobernantes están obligados a imponer las leyes que promulga el Congreso, como manda toda Democracia!
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