La podredumbre del Reniec
Reniec es una Caja de Pandora. Como antecedente están el nunca esclarecido fraude electoral de 2021; o el hecho que Dina Boluarte jamás debió postular sin antes renunciar al cargo de gerente de la oficina de Surco de Reniec. Boluarte está en manos del Congreso, y es probable que acabe expectorada del cargo.
El 31 de agosto de 2020, Carmen Milagros Velarde Koechlin juraba como jefa del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil Reniec, cargo que ocupará durante cuatro años. Estas fueron sus palabras iniciales en calidad de máxima autoridad de aquello que constituye el sancta sanctorum de la identidad de los peruanos: “Mi compromiso es trabajar para que todos los peruanos tengan un Documento Nacional de Identidad con el que puedan ejercer sus derechos.“ Un compromiso que ha volado en pedazos, tras el reciente desastre desatado por Reniec en todo el país.
Cuando menos 70,000 ciudadanos ahora no saben si están legítimamente vivos, muertos, casados, divorciados, presentes, ausentes o inexistentes. ¡Hoy son simples parias! Una pavorosa realidad que, hasta este momento, nadie sabe cómo ha ocurrido, por qué ha sucedido, ni mucho menos cómo hará cada una de las víctimas de Reniec para solventar semejante caos. Lo más probable es que esas decenas de miles de ciudadanos –quizá muchos más- se vean involucrados en interminables procesos judiciales y tramitologías burocráticas. Son las más recientes víctimas de este Estado fallido, que alienta el caos como estrategia para transformar el Perú en otra republiqueta al estilo Cuba, donde anidan los bolcheviques que ejecutan órdenes de unos crápulas sometidos al totalitario de turno, como es Castillo.
Reniec, en conjunto con ONPE y el Jurado Nacional de Elecciones es asimismo otro elemento nocivo, dentro de la trilogía que sustituye a aquella figura que antes se llamó poder Electoral. A final de cuentas, hoy ninguno de estos organos estatales es fiable. Todos sufren de un frágil talón de Aquiles, producto de su ideologización aderezada con corrupción. Al reciente y brutal desastre desatado por Reniec se enlaza, inevitablemente, el tan cuestionado resultado de las elecciones de abril de 2021 –responsabilidad del jurado nacional y la ONPE-, cuyo desenlace continúa siendo un enigma indispensable de ser resuelto para la gente que aspira a vivir en democracia. El denominador común entre este triunvirato de podredumbres –Reniec, ONPE, JNE- es la desconfianza del ciudadano en quienes fungen de autoridades de cada una de estas reparticiones.
Pedro Castillo es un rey Midas; pero al revés. Todo lo que toque lo convierte en estiércol. ¡Pero asimismo, tiene una especial habilidad para rodearse de la peor gentuza que pueda uno imaginar! Y esta combinación de ambas perversiones es la que viene corroyendo, aceleradamente, todo el aparato estatal peruano. Razón más que urgente para que la generalidad de los peruanos -y con ellos la mayoría de quienes nos representan en el Congreso- aprueben, a la brevedad, la vacancia de Pedro Castillo. Caso contrario, seremos otra Venezuela más en este agónico espectro latinoamericano. Solo alguna iluminación divina salvaría a nuestra patria. ¡Hagamos cada uno nuestro esfuerzo para que aquello ocurra!
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