La política peruana es un meme

La política peruana es un meme. He ahí una de las verdades, reveladoras e incómodas, de la actual vida política peruana. El meme político es una burla que, más que ofrecer esperanza, nos invita a reírnos de un sistema a menudo patético. De esta forma se evidencia la manera en la que se desempeñan las redes sociales y los memes en el escenario político peruano, convirtiéndose en una herramienta de crítica satírica que afecta, negativa o positivamente, a nuestra sociedad. En un país donde la política a veces parece una tragicomedia, los memes se presentan como el reflejo más fiel de nuestra realidad política. Más que simples chistes en línea, son una expresión de descontento, una manera de lidiar con el desempeño patético de nuestros líderes. Los memes se convierten en una forma de resistencia cultural, desafiando la narrativa política dominante y permitiendo que la ciudadanía exprese su desencanto de manera creativa.

En la era digital, la popularidad y la imagen de los políticos se juegan en el terreno de los memes. Estos no solo generan risas, sino que también tienen un impacto notable en la percepción pública y, por ende, en la toma de decisiones electorales. Como afirmaba el sociólogo francés Michel Foucault, el poder no solo se ejerce desde arriba. Los memes, al circular horizontalmente, permiten que la ciudadanía participe activamente en la construcción de la narrativa política. Los políticos lo saben, y cada imagen y comentario se convierten en una ficha estratégica en el juego político. Como toda herramienta poderosa, los memes son de doble filo. Pueden construir o destruir la imagen de un político dependiendo de cómo se utilicen.

En el Perú, la línea entre el chiste y la realidad a veces se difumina peligrosamente. Más que representar chistes, los memes parecen ser la encarnación gráfica de nuestra propia y peculiar realidad política.El filósofo Guy Debord, sostiene que la sociedad contemporánea se caracteriza por la dominación de la imagen y la representación, donde las relaciones sociales se han mediado a través de imágenes espectaculares. De esa manera explica la sociedad del espectáculo. En la sociedad peruana, la realidad se presenta como una serie de imágenes, y los memes políticos, al ser elementos visuales y humorísticos, contribuyen a esa dinámica. Si bien, la risa es necesaria, no debemos perder de vista los problemas fundamentales que enfrentamos como sociedad. La ironía, expresada a través de memes, actúa como una forma de escape para la frustración ciudadana, pero tiene la capacidad de desviar la atención de asuntos cruciales. La crítica satírica no debe ser solo un elemento para el entretenimiento, sino un acto de desesperación y resistencia.

El quino de Keiko, el fuego de Julio, el gato fiero de Antero, los plagios (o copias) de César, el lagarto de Martín y un sin fin de ejemplos más, parecen ser un elemento de un programa humorístico del fin de semana. Sin embargo, la ironía se revela cuando comprendemos que estos no son simples chistes de la farándula política, sino situaciones reales que han influido de manera significativa en las decisiones y el rumbo de nuestro país. Para nuestros líderes, la línea entre hacer el ridículo y utilizarlo estratégicamente es delgada y, a menudo, determinante para el destino de sus carreras políticas. Estas situaciones aparentemente cómicas son, en realidad, espejos distorsionados que reflejan la complejidad y, a veces, la absurda naturaleza de la política peruana.

En este desfile cómico, los memes actúan como una espada peligrosa, que atraviesa la superficialidad y revela las contradicciones de nuestro sistema político. La risa debe ir acompañada de una reflexión más profunda sobre los desafíos que enfrentamos como sociedad. Mientras reímos, criticamos y compartimos memes, recordemos que nuestra capacidad de influir en el rumbo político va más allá de un simple clic en la pantalla; reside en nuestra participación activa y crítica en la construcción de un futuro más esperanzador y menos digno de un meme.

Por Angie Paola Vilchez Matos

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