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La sociedad peruana está en decadencia

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Fecha Publicación: 14/10/2022 - 23:00
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El todavía presidente Castillo dispone del dinero de los peruanos para comprar conciencias y reasegurar su permanencia en el cargo. Entre otros crímenes, alquila la línea periodística de los “grandes medios de comunicación”. Por algo estos difunden, cotidianamente, todas sus ridículas actividades, reverberando sus antidemocráticas arengas y endiosando el aplauso barato de bullangueras comitivas alquiladas en cada aldea que visite este Napoleón chotano. Castillo aprovecha eso para encubrir su afán totalitario. De otro lado, permanentemente Castillo ataca a la prensa libre. Como sucediera el pasado lunes, cuando la encerró en un salón de Palacio, impidiéndole ingresar a una conferencia de prensa suya, en la que participaba la prensa extranjera en solitario. Castillo se excusó, diciendo: “La prensa extranjera exigió participar en exclusividad en la confencia de prensa”. Sin embargo pocas horas después los medios de prensa internacionales, representados en Lima por sus corresponsales, tajantemente desmintieron a Castillo. “Nunca exigimos partcipar en exclusividad. Asimismo repudiamos el maltrado dado a la prensa peruana.” Esto no afectaría a Castillo. Porque, repetimos, con su plata, amable lector, borró todo aquello comprándole la conciencia a los propietarios de esos “grandes medios de comunicación”. Por algo canal 2, canal 4, canal n, canal 5, canal 7 -y por supuesto, el indigno canal de RPP- continuaron brindándole cobertura ilimitada a las actividades de Castillo, Aníbal Torres y sus ministros-mosqueteros.
Estos “grandes medios de comunicación” no aprendieron la lección que les dio el comunismo vía Velasco Alvarado, confiscando todos los medios de prensa peruanos el 27 de julio de 1974. ¡Medio siglo después, posiblemente se repita esa misma escena! Indignamente, los accionistas de estos medios confiscados -que sufrieron seis años de secuestro y destrucción- hoy se echan a los pies de un gobierno muchas veces peor que el velasquista, creyendo que rindiéndose salvarán el pellejo. ¡Todo lo contrario! ¡Caerán como lo que son! ¡Unos bastardos! Por otro lado, ¿recuerda, amable lector, al señor Ferrari, gerente del Banco de Crédito, saliendo enfurecido a las calles durante la revuelta golpista de 2020, portando una banderola que pregonaba en letras mayúsculas “Fuera, Merino; regresa, Vizcarra”, ¿acaso alguna vez usted ha vuelto a ver, amable lector, al efervescente banquero Ferrari esta vez repudianso en la calle a Pedro Castillo, un pro terrorista, ultracorrupto por antonomasia que está a punto de perpetrar un golpe de Estado clausurando el Congreso? ¡NO! “Ni loco. Con Castillo no me meto”, diría Ferrari en su fuero interno. ¿Qué puede haberle ocurrido al Peru para que exhiba semejante laya de gentuza descastada, traidora a los principios de sus ancestros; haciéndonos quedar como lo que no fuimos; mostrándonos como una sociedad indigna, insolvente, incoherente, desleal a sus orígenes y traicionera a nuestras fuentes? Los hijos de aquellos peruanos que labraron su futuro con inmenso esfuerzo, sacrificio y entrega –que ahora gozan de una excelente educación, envidiable situación económica, inmejorables puestos de trabajo, gran posición social, etc.–, hoy son los artífices de la autodestrucción de nuestra patria, en víspera de convertirse en una versión andina de Cuba y Venezuela.

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