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La trampa del transfuguismo

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Fecha Publicación: 15/06/2023 - 23:00
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Comentábamos recientemente, amable lector, que durante estos últimos veinte años hemos respaldado, con energía y pasión, al Parlamento Nacional como símbolo de nuestra democracia y bastión del Estado de Derecho ciudadano.

El parlamentarismo peruano ha tenido brillantes legisladores. Lamentablemente, la infame calidad de la actual clase política, incapaz siquiera de entender y/o razonar para discernir y actuar coherente, inteligentemente, ha perdido toda capacidad para cumplir con eficiencia sus funciones! Peor todavía. Tal como comentábamos, ha sumado a su desmejoramiento intelectual y cognitivo la chabacanería de una descomunal vulgaridad, como principios rectores de su comportamiento.

A aquellos vicios, ahora se suma aquella mala praxis del transfuguismo, tara capitalizada por la izquierda que la utiliza como moneda de cambio canjeándola por prebendas, brincando cual saltamontes de una a otra bancada para, según el momento político -y el tamaño de la bolsa de intereses- aprobar y/o desaprobar leyes, o perdonar a congresistas ladrones que le roban el sueldo al personal contratado por el Congreso para atenderlos.

El Congreso peruano contemporáneo se asemeja más a un mercado persa que a un Parlamento. Hoy en día es una vulgar mesa de negociaciones, donde las bancadas definen su voto sobre temas que van de la A a la Z, sin siquiera saber –menos dominar- los temas. Es decir, los proyectos de ley o los acuerdos puestos en debate por alguna comisión, por iniciativas parlamentarias y/o por la Mesa Directiva.

Al fin del día, el Pleno del Congreso peruano opera como un pedestre centro de trapicheo, donde los congresistas –y/o alguna de las ene bancadas que a diario se subdividen- se las ingenian para, repetimos, trapichear (como indica el diccionario de la RAE, “buscar trazas, no siempre lícitas, para el logro de un objetivo”). Meta que no irá en beneficio de la sociedad, sino que favorecerá a los propios legisladores y/o a las agrupaciones políticas que representan en cada fecha. Servirá hasta para anular graves imputaciones por agresión sexual, tal cual ha ocurrido en varios casos.

Crimen por el que más de un congresista solo fue investigado, pero jamás imputado. O en otros casos, cuando el padre de la patria de otra bancada le pida al colega apoyo para una iniciativa ajena, el “amigo” canjeará su favor por cualquier futura propuesta que requiriese su apoyo. Inclusive hasta para salvarlo de ser condenado, tal como dispone el Reglamento del Congreso. Esto ahora mismo viene ocurriendo con el affaire “los niños”. Esa pervertida rutina es hoy moneda común en el Legislativo peruano. Los parlamentarios recurren a ella hasta por quítame esas pajas, con la más desembozada osadía. ¡Y no pasa nada!

Reiteramos lo que escribimos en un reciente comentario. La génesis de semejante perversión estriba en la institucionalización de esa corruptela conocida como el transfuguismo, actualmente vicio corriente en el poder Legislativo peruano. La Fiscalía debería investigar, a la brevedad, el trato misericordioso que le diera la comisión de Acusaciones Constitucionales a aquellos sinvergüenzas motejados “niños”, que malversaron el voto popular para proteger al golpista, corrompido Castillo, a cambio de dinero y prebendas.

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