La voluntad general del pueblo
A solo tres días de nuestro aniversario patrio, es oportuno reflexionar sobre la situación actual del país, especialmente a raíz del fracaso de lo que se denominó erróneamente “Toma de Lima”, que en realidad fue una manifestación que la izquierda trató de exagerar sin éxito. Queda claro que la mayoría de peruanos anhelamos paz, trabajo y seguridad en nuestra ciudad. Sin embargo, debemos evitar el triunfalismo pues, aunque rechazamos la violencia, también existe una insatisfacción general que, en ausencia de un objetivo definido, culpa a las autoridades, particularmente a los poderes ejecutivo y legislativo.
Al respecto, un amigo me transmitió algunas ideas valiosas que deseo compartir, porque es una dolorosa realidad.
El principal responsable del buen o mal desempeño de ambos poderes es “el pueblo”, es decir, nosotros mismos, por nuestra actitud irresponsable al votar. Queremos culpar al Congreso de todo lo malo, pero olvidamos que:
1) Elegimos un Congreso infiltrado, salvo honrosas excepciones, por ignorantes e improvisados, puestos allí a propósito para ser títeres de los dueños de partidos políticos creados sin una verdadera base ideológica, cuyo único objetivo es aprovecharse de los recursos del estado.
2) Apoyamos partidos políticos donde prevalece la ambición personal, con idearios basados en estrategias que parecen el resultado de “copiar y pegar”, incapaces de distinguir entre aquellos pocos movimientos que intentan resistir y logran algunos éxitos, sometiéndolos a duras críticas debido a nuestra propia culpa.
3) La falta de unidad entre quienes creemos en la democracia, impregnada de un mesianismo en el que cualquiera se autoproclama “salvador del país” y forma su propio partido, creando una fuerza inestable que no puede consolidarse debido a la falta de integridad de aquellos que cambian de bando según su conveniencia.
4) La mayoría en el Congreso, carente de experiencia debido a la manipulación perpetrada por el impresentable Martín Vizcarra, obstaculiza las acciones para limpiar el sistema judicial, respaldada por una Junta Nacional de Justicia que este sujeto conformó como una entidad de control para, emulando al reptil con el que se le identifica, deslizarse por las malolientes y pantanosas aguas de la corrupta política local.
La izquierda y sus aliados y tontos útiles pretenden ignorar que la presidenta Dina Boluarte llegó al poder con el apoyo de los mismos congresistas que ahora están en su contra. Nos guste o no, ella es la presidenta constitucional y está haciendo un esfuerzo para mantener el estado constitucional de derecho mediante un equilibrio que garantice nuestra democracia.
El vaivén político nos ha llevado a depender de un Ejecutivo que:
a) No cuenta con apoyo decidido en el Congreso y se ve obligado a negociar constantemente para lograr una gobernabilidad frágil, limitada en su capacidad de tomar medidas radicales que le corresponden según la Constitución.
b) Está maniatado por normas ad hoc aprobadas por la banda criminal que lideró Pedro Castillo, lo que impide deshacerse de todos los infiltrados que limitan la acción de los ministerios.
c) Cede ante críticas injustas a nuestras Fuerzas Armadas y Policía Nacional del Perú, privándolas del apoyo político necesario para ejecutar acciones que garanticen el estado de derecho y la integridad territorial.
Además, sufrimos la inaceptable intromisión de comisionados extranjeros que parecen ser defensores de las fuerzas siniestras que actúan bajo el disfraz de la izquierda local.
Por ello, es hora de unirnos para defender la democracia y el estado de derecho, asumiendo las consecuencias de nuestros actos y reconociendo que elegimos este gobierno hasta el 2026. Que estos años restantes sean una merecida penitencia por nuestra irresponsabilidad al votar y pensemos mejor en las próximas elecciones.
Ya saben, yo digo siempre lo que pienso, con el perdón de los adefesios.
Por Oscar Becerra Tresierra
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