Lejos del medio
El fútbol, pasión de multitudes, tiene entre sus reglas iniciar el juego con la bola al centro del campo. El acto se repite después de cada anotación y corresponde al equipo castigado por un gol mover la pelota desde el mismo lugar donde comienza la disputa.
La norma hace una tácita alegoría a la importancia del punto medio que se acredita desde las comprobaciones físicas de Isaac Newton en cuanto al centro de gravedad y a cómo el peso de las masas corporales está impedido de imponerse hacia cualquiera de los lados. En la filosofía, el eclecticismo griego buscó armonizar las tendencias polarizantes. Siglos después el pragmatismo –juzgar como válidas las consecuencias prácticas de un acto, sus efectos objetivos– también rechazó los extremos racionales. “Pragmático –dijo una vez Mario Vargas Llosa en un panegírico a Richard Webb– no es aquél que desconfía de las ideas sino el que conoce sus límites”.
En política, el centro es una geografía altamente cotizada cuando se trasciende las experiencias ultraconservadoras o hiper reformistas. Igualmente cuando la violencia o el encono bélico signan una etapa de la historia. Encarna el ideal de un tránsito civilizado hacia la conjunción social y la búsqueda permanente del bien común.
Se robustece tal anhelo con premisas no siempre ciertas de que la ley y las oportunidades son iguales “para todos” o que la justicia está por encima de los poderes fácticos. La frustración sobreviniente genera el renacer de los extremos, devolviendo el péndulo a la valoración entusiasta del lenguaje flamígero, tosco, rotundo y acusador. Donald Trump y Jair Bolsonaro están ahí, como lo estuvieron Fidel Castro y Hugo Chávez.
En el Perú resulta complicado medir con claridad dónde se ubica la ilusión ciudadana por las opciones políticas. Las dos últimas elecciones generales solo nos mostraron la capacidad de sectores de derecha e izquierda para converger en impedirle a Keiko Fujimori arribar a Palacio de Gobierno. Desde el 2016, el huracán Lava Jato (y sobre todo las últimas confirmaciones de Jorge Barata de Odebrecht) barre lo malo conocido abriendo puertas a tendencias quizás más malas por conocer.
Sin embargo, el clima de encono generalizado y la falta de un liderazgo que convierta en virtuoso el centro, hace temer con certeza que la disputa del 2021 será de los extremos. Ahí están activos y juntos Vladimir Cerrón, Walter Aduviri, Zenón Cuevas, Gregorio Santos con Verónika Mendoza. Por esos palos corre también Antauro Humala. Y la cacería de un “Bolsonaro peruano” avanza con expectativa en los predios derechosos barajando nombres pero sin estructura organizada.
Las circunstancias nos alejan del medio. No hay bola al centro. No hay equilibrio. La mayoría quiere opciones fuertes y las tendrá.
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