Llevando la crisis al límite
El régimen Boluarte es un gobierno sin respaldo, secuela de un golpe de Estado de quien fuese jefe de la actual mandataria, a quien sucedió no por mérito propio, sino por disposición constitucional. Agreguemos a ello que Dina Boluarte fue parte del partido comunista Perú Libre (propiedad del un autócrata de la vertiente extrema de Fidel Castro, llamado Vladimir Cerrón); conformó la misma plancha presidencial del golpista/ágrafo/corrupto Pedro Castillo; y juramentó ante este sujeto como ministra suya, habiéndolo acompañado fielmente en aquel cargo durante el año y medio que duró la gestión que más pronto ha quebrado moral, social, política, económicamente nuestro país. Es más. El régimen Boluarte jamás ha ensayado presentar, proponer (y menos poner en práctica) aunque fuere un plan mínimo de gobierno.
Cabrían dos hipótesis. O bien a la presidente Dina Boluarte le importa un caracol el país; o sigue adelante con el plan inicial de su partido. ¡Daría la impresión de que es esto último! Porque una de las bases del plan de Vladimir Cerrón, es justamente, destruir los cimientos del Estado; arruinar la economía; generar el caos y desatar el malestar social. Para después, como medicina venenosa, proponer los cantos de sirena comunistas como solución a todas las angustias de una ciudadanía en ruinas, que aceptará cualquier iniciativa –empezando por los subsidios masivos que suele proponer el totalitarismo para atraer simpatías populares– con tal de salir del “oprobioso sistema capitalista”, al que, estratégicamente, la izquierda siempre culpa de sus propios abusos, yerros; incluso crímenes.
Han pasado ya año y ocho meses y el Perú surca perdido entre aguas tormentosas, sin propulsión alguna, sin cartas de navegación y, para todos los efectos, sin un timonel. Porque, amable lector, el único libreto que repite como cacatúa la mandataria Boluarte es su pedido de “concordia y paz”, a una ciudadanía hasta la coronilla de soportar crisis tras crisis. Lo que está llevándola al límite de su resistencia. Porque a la grave situación económica hay que sumarle la insoportable coyuntura de inseguridad ciudadana, la absoluta falta de autoridad en todo orden de cosas, y las constantes indecisiones del gobierno ante la más mínima propuesta que reciba, tanto del Congreso como de la ciudadanía y/o a través de los medios de información. Encima, cual cereza sobre la crema, la comunidad internacional ofende a su gusto a nuestra patria, despreciándola, vejándola, incluso deshonrándola como hizo el payaso mexicano que funge de presidente de dicho país; o cuando la CIDH manifiesta que la presidente del Perú ha “asesinado a inocentes peruanos”; o, como acaba de suceder, que un funcionario medio pelo de la ONU se atreva a enmendar la plana al Congreso de nuestro país, por sólo citar estos ejemplos.
Cuidado, presidenta Boluarte. ¡La paciencia tiene un límite! Traspasado ese umbral, no habrá nada que detenga un terremoto político grado 8. Y usted, con su falta de programa de gobierno, sus impresentables improvisaciones, y su discursete no solo cursi, sino hartante, será responsable de lo que pueda suceder en nuestra sociedad.
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