Los caminos de Lucanas
Por sus rutas caminé infinitas veces. Hoy la siguen recorriendo los niños del pueblo. A cada paso estás a un suspiro del cielo y a una mirada del paraíso: son senderos de ensueño por donde transitas siempre hacia adelante y hacia arriba, aunque vayas descendiendo.
Apenas cruzaba la primera cerca de piedra abría imaginariamente las puertas del edén. Era mágico recibir la bienvenida de coloridas yerbas mullidas de los campos, arropados con intensa aroma, que parecían cultivadas solo para mí. Por estos parajes nunca me sentí solo. Los pajarillos, unos más acrobáticos que otros, se turnaban para tamizar su vuelo a mi ritmo, en simultáneo trinaban bellas sinfonías cuyas melodías ya quisieran registrarlo los más destacados compositores. En estas praderas nunca me sentí triste, cada arbusto me regalaba su mirada, los puquiales me cantaban con su quietud, los eucaliptos bailaban para mí y las piedras con las que tropezaba me hablaban de sus alegrías, nunca las vi molestas y nunca me hicieron daño. Me sentí libre, dueño absoluto de días que aún los disfruto.
Esperaba con ansias las madrugadas para salir de casa e ir en busca de leña, otras veces ir en busca de forraje para nuestros animales y otras, a observar nuestro sembrío en las chacras. El retorno se hacía cantando o silbando y muchas veces tarareando poemas que Mamá y los maestros, de mi recordada escuelita fiscal de mi natal Lucanas - Ayacucho, nos hacían leer. Así pintaban los días de mi infancia. Debo ser honesto, eran días coloridos que añoro con nostalgia. “Y siempre que te escucha el caminante sueña escuchar un aire de su tierra”, escribió Antonio Machado como si hubiese transitado por estas mismas sendas.
Ahora, libramos en absoluta desventaja, una desigual batalla con una infernal, bulliciosa y caótica ciudad donde da temor salir por las mañanas sin saber si retornaremos o no; ahora, peleamos contra quienes amurallan y depredan nuestros campos; ahora nos quieren hacer creer que solo unos cuantos merecen vivir en ciudades dignas y ordenadas. No aceptamos! Aquí estamos para construir ciudades con caminos como los de Lucanas y dejar esa herencia a nuestros hijos y nietos. Difícil el mandato. No existe otra alternativa: ¡a trabajar!
¡¡¡Feliz aniversario Lucanas!!!