Los caviares saquean el Estado
En reciente entrevista, el abogado Lucas Ghersi realizó un análisis sobre los llamados ‘caviares’ en el Perú. Sostuvo que este sector “no es mayoritario en ninguna parte del país y, desde el punto de vista electoral, es considerado como un grupo insignificante.
Yo creo que los caviares en el Perú son muy, muy poquitos, y que no son mayoritarios en ninguna parte. Por eso es que siempre que han incursionado en la política, electoralmente les ha ido muy mal”. Agregó, además, que “la presencia de los ‘caviares’ se limita, en cierta medida, al sector de la justicia y a algunas universidades. Pero más allá de ello, su agenda no representa los intereses de la mayoría de los peruanos”.
Asimismo, manifestó que “esta corriente política se preocupa por los derechos de las minorías y por la eliminación de la discriminación, presentando un enfoque progresista”, precisando que este enfoque “puede ser cuestionable, porque a veces la creación de leyes especiales para ciertos grupos puede debilitar la igualdad ante la ley.” Respecto a “preocuparse por los derechos de las minorías, la eliminación de las discriminaciones, a aquello de los enfoques progresistas”, además de cuanto otro buenismo que suela delirar el caviar, motivado por alucinógenos, esta aparente sensibilidad social deviene en falsaria, aunque generadora de significativos ingresos económicos para ellos, confirmada por su muy alto nivel de vida. Tanto que los caviares exhiben descaradamente sus dispendiosas, frívolas actividades sociales que, para solventarlas, apelan a medrar del Estado mediante un escuadrón de oenegés, creadoras de ‘actividades pro desvalidos’ que en nada ayudarán a reducir la pobreza. Solo interesa que impacten políticamente, vía terminologías rimbombantes enfocadas a exacerbar la susceptibilidad humana relativa al sufrimiento de los desfavorecidos. Estas bolsas de humo, amable lector, las contrata cada año el Estado autorizado por los encargados de los programas sociales de cualquier ministerio o repartición pública que, evidentemente, será un camarada caviar.
No nos cansaremos de repetir que el Estado necesita ponerle coto inmediato al multimillonario dispendio que implica continuar despilfarrando esos miles de millones de soles de dinero de propiedad del contribuyente. Recursos que deberían destinarse a amenguar la pobreza pero que, dolosamente, se dirigen a satisfacer la voracidad de los caviares, que insisten en que usted, amable lector y a la vez contribuyente directo/indirecto, siga pagando impuestos.
Así, cada año el Estado podrá malversarlos para amamantar a la mafia caviar, sufragando sus falaces, aunque grandilocuentes programas sociales que no amainan la miseria popular, sino que la multiplican para mantenerla como mal endémico del que ellos seguirán beneficiándose. Que quede claro. Los caviares nunca estarán dispuestos a perder la parte del león que se engullen anualmente, trajeados de especialistas en todo, siendo profesionales de la mentira y, fundamentalmente, versados en el saqueo “fácil y formal” al Fisco. Este ejército de oenegés de los caviares -que medra a las instituciones públicas a través de consultorías y otras trapacerías- se lleva anualmente el equivalente a cinco veces el presupuesto anual del Municipio de Lima Metropolitana. Esto, amable lector, es algo sencillamente criminal.
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