Los músicos: los héroes abandonados
Narra el cuento que hace años un burro, un perro, un gato y un gallo decidieron marcharse escapando de sus amos para evitar el sacrificio. La razón de tremenda sentencia: su vejez, sus inutilidades domésticas y ser “buenos” solo para comer. Camino hacia la ciudad portuaria de Bremen lograron entenderse mejor que los humanos. Ya cerca de la ciudad, la oscuridad los sorprendió. Al buscar cobijo, divisaron una vivienda abandonada donde decidieron pernoctar, por casualidades de la vida, la casa estaba ocupada por bandidos, quienes al oír su ruidosa onomatopeya simultánea huyeron espantados. La historia continuó. Al final, ellos encontraron en la música una razón para continuar viviendo.
Estos días de pandemia, nuestros músicos e intérpretes los están pasando realmente mal. Nos vanagloriamos de ser un país rico en folclore, en música, en danza, etc. Sin embargo, a la hora de la verdad, cuando ya no son de utilidad para el “aparato productivo”, los todopoderosos amos: el Gobierno, el Ministerio de Cultura, los municipios, etc., ignoraron y dejaron a la de dios a nuestros hermanos músicos, igual que antes a los músicos de Bremen, sin entender que “La música expresa todo aquello que no puede decirse con palabras y no puede quedarse en silencio”, como lo dijera Victor Hugo.
Nuestros valientes músicos, junto a otros sectores del arte y la cultura, desde el primer momento de la cuarentena pusieron alma, corazón y vida, y sobre todo el pecho, para hacer llevaderos los días de cautiverio, porque “En verdad, si no fuera por la música, habría más razones para volverse loco”, según Tchaikovski. Vimos sus transmisiones y programas en vivo por las redes sociales, lo seguimos viendo, alegrándonos en los momentos más difíciles.
En silencio y como siempre pusieron su talento al servicio de los demás.
Nuestros músicos se las arreglaron y se las siguen arreglando, entregándonos una tremenda lección al sacar fuerzas de flaqueza de la nada. Ellos saben que “La música es una forma de soñar juntos y de ir a otra dimensión”. Esperemos que en algún momento el viento sople en la dirección correcta y puedan arribar a puertos donde no habiten los bandidos de siempre.
Me siento feliz de escribir esta nota, escuchando las melodías de arpa y violín, para rendir homenaje a mis amigos músicos e intérpretes, porque “Sin la música la vida sería un error” y nuestra existencia un horror.