Los traidores del Perú
César Acuña Peralta y José Luna Gálvez son politicastros despreciables, junto con diversos legisladores de sus partidos, Alianza para el Progreso y Podemos Perú. En particular uno de ellos, llamado Enrique Wong, quien, por orden de su jefe reiterativamente ha votado -por consigna- contra censuras a ministros y contra la vacancia a Castillo. Todos estos sujetos, conjuntamente con aquellos miserables “niños” de Acción Popular, serán recordados como cómplices del régimen bolchevique de los Castillo, los cerrones, bellidos, bermejos, etc., por comportarse como sicarios del oficialismo, apoyándolos a transformar el Perú en otro coto del comunismo sudaca estructurado por el Foro de Sao Paulo. En sus epitafios destacará la palabra traidores. ¡Se lo merecen!
Van catorce meses de desgobierno y estos sinvergüenzas -(siendo conscientes del sinnúmero de delitos penales y constitucionales imputados a Castillo y a la presunta organización que, a criterio de la Fiscalía de la Nación, lideraría el presidente)- insisten en cuidar a un régimen atorrante y delictivo, amparados en una falacia. Que mientras la Justicia no confirme en todas sus instancias las seis denuncias contra Castillo presentadas por la Fiscal de la Nación (es decir, diez o quince años más), “no estarán seguros del sinfín de imputaciones que recaen sobre el presidente”. Entonces, que siga robando, malversando libre de todo control este individuo que llegó a la presidencia en condiciones que nunca fueron esclarecidas por la Justicia. Recordemos que Castillo tiene videos en los que aparece usando de garito presidencial un local en la calle Sarratea, donde asistían sospechosos tipejos que resultaron privilegiados con multimillonarios contratos asignados por reparticiones públicas; o asimismo, frecuentaba gente sin oficio ni beneficio, como el ex arquero George Forsyth, actual candidato a la alcaldía de Lima; y/o lobistas como Karelim López, por citar una brevísima lista.
Castillo, amable lector, hasta el mes pasado estaba seguro de que el agua ya le estaba llegando al cuello. Sus actos desesperados y el pánico que reflejaba su mirada, junto con las divagaciones que lanzaba al aire en calidad de zombie, eran muestras más que suficientes del estado de desasosiego por el que venía pasando. Sin embargo, el politburó que preside Vladimir Cerrón movió fichas y, de pronto, salió libre Antauro Humala. Simultáneamente vino el asalto a la Policía Nacional, para neutralizar al equipo policial que venía siguiéndole los pasos a los integrantes de la citada organización criminal, que lideraría Castillo. Estas dos jugarretas, sumadas a sabe Dios qué otras tantas todavía desconocidas, fueron suficientes para devolverle el ánimo a Castillo. Pero, amable lector, en paralelo, esas mismas medidas han significado un duro revés para la oposición y para la democracia peruana en general. Hoy Castillo está próximo a asumir el control absoluto de la Policía. Y por si fuera poco, podría asimismo asimilar el manejo de las Fuerzas Armadas. Lo que, en la práctica, implicaría un jaque mate al Congreso.
Consumado esto, vendría la convocatoria a una asamblea constitucional que, finalmente, determinaría la cubanización del Perú.
¿Se dejarán avasallar nuestros soldados y policías por esta chusma marxista, corrompida y senderista?
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