Los verdaderos traidores del Perú
Vacaron a la rata que fugó cobardemente. ¡Pero la Policía interceptó su fuga, y hoy la rata está entre rejas, camino a una condena de muchos años de cárcel! Esta agonía nacional jamás mereció ocurrir. El Congreso debió vacar a Pedro Castillo Terrones hace ya muchísimo tiempo. La clase política también tiene gran cuota de responsabilidad alrededor de la tribulación nacional. Una lección que debe interiorizar y aprender el país entero.
El congresista Jorge Montoya precisa muy bien la coyuntura que, hasta ayer, atravesaba el Perú. “El comunismo no es una utopía. ¡Si existe, y está hoy en el gobierno! Otra cosa es que sean tan cobardes, y que no lo acepten, porque desenmascararían a quienes quisieran seguir ocultos para poder cumplir sus fines de traidores a la patria.” Y agregaba: “Es muy cobarde, de parte de las personas que se encuentran trabajando en bie, la gestión de Castillo Terrones, no aceptar esta realidad”. Ahora bien, quien exhibe un papel preponderante en la caída y captura del miserable Castillo, es doña Patricia Benavides, la valiente fiscal de la Nación, a quien no le tembló la mano para investigar y denunciar constitucionalmente al sátrapa expresidente Castillo, Palmas para ella. De otra parte, gran porcentaje de aquellos abyectos felones está en el Congreso de la República, identificados bajo el alias de “niños”. ¡En lugar de ratas, como corresponde! Es criminal que durante año y medio de cleptocracia esos indignos peruanos permitieran que su país permanezca bajo control de una organización criminal, contemplando cómo se deshacía el Estado; cómo se arruinaba a la nación; cómo se volvía miserable a la población; cómo se prostituía la nacionalidad peruana; cómo se corría la administración pública; cómo poco a poco se esfumaban los derechos y las libertades de los peruanos y, finalmente, cómo se corrompía el país. ¡En realidad, cómo comunizaban el Perú!
“Denme pruebas! ¡Exijo pruebas! ¡Todos son inocentes hasta que no se demuestre lo contrario! ¡Todas son especulaciones!”, gritaban los hipócritas que fungía de dueños del país, prestos a vender su alma al diablo apoyando a un inepto, corrupto y sinvergüenza secuestrador del poder, ¡quien ni sabía la primera letra del alfabeto con que empieza la palabra gobernar! ¿Qué más pruebas exigían esos bastardos jornaleros del cleptómano Castillo, que entraron al poder como parlamentarios de la oposición para rendirse ante el soborno -dinero, especies, trabajo para familiares, poder para sus amigotes, etc.- hasta tornarse en guardia pretoriana del miserable Pedro Castillo? Entonces, ¿acaso quedarán indemnes Dina Boluarte, los “niños” parlamentarios acciopopulistas, los pobres diablos de Acuña, los sobones de Luna Gálvez y tantos vendepatrias que insistían en convertirnos en Venezuela, comulgando mañana, tarde y noche con Castillo, con Cerrón, Bermejo y Bellido? ¿Acaso no es cierto que apenas Castillo montó su organización criminal para robarle al Estado, todos estos ”parlamentarios” de la oposición acudieron como moscas al panal de rica miel decididos a llenar sus alforjas con dinero robado a Juan Pueblo?
¡Basta de cobardías y tonterías, amables lectores!
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