ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

Mamá siempre está en casa

Imagen
Fecha Publicación: 09/05/2025 - 20:50
Escucha esta nota

De mamá sus trajinados pasos ya no suenan en los rincones, ni su voz entibia las mañanas con su ternura cotidiana. Ella partió en silencio venciendo a los años, como quien sabe que su amor no cabe en una sola vida, y se fue a derramar la luz de su sonrisa en otros campos más allá del tiempo, donde florecen los sueños, habita la calma y es necesario su maternal amor. Ahora, acuna a los ángeles con el mismo abrazo que tantas veces nos devolvió la esperanza, ahora prepara el desayuno para saciar el hambre de tiempos difíciles, ahora cuida el cielo para que tengamos siempre su luz. En ese cielo secreto donde las almas nobles encuentran reposo, su presencia no es ausencia, sino brisa que acaricia, perfume y bálsamo que se cuelan en los recuerdos, caricia invisible que nos envuelve cuando el mundo se torna oscuro y frío.
De ella aprendimos a hacer cuna en medio de la tormenta. Cuando caminábamos de despedida en despedida y cuando caminábamos sobre el filo de los cuchillos ella tendía sus manos, llagaba con la firmeza de las rosas de acero, firme, envolviéndonos como abrigo tibio en la intemperie. Nos sostuvo cuando el miedo nos doblaba, nos miró sin juicio cuando tropezamos una y otra vez con nuestra propia sombra. Ella, que callaba su dolor para no espantar nuestras alas temblorosas, tejió su ternura en los pliegues de nuestras caídas. Y ahora que su voz calla, sentimos su ausencia como un hueco en el pecho, como un silencio que duele más que cualquier grito. Porque fue madre incluso cuando ya no tenía fuerzas para sí misma.
Mamá siempre es y será eterna, es amor sin despedida. Mamá no sabe de olvidos. Desde ese rincón celeste en el que descansa, regresa cada noche en el suave susurro del viento, en la tibieza que cubre nuestros hombros cuando dormimos. Viene a velar nuestro sueño, a posarse como estrella en la ventana, con la misma mirada atenta y serena de siempre, asegurándose de que todo esté bien, de que aún podamos sentirla cerca. Y aunque sus manos ya no se entrelacen con las nuestras, su amor ha cimentado raíces profundas en nuestras almas.
Aunque mamá no está en casa, ella sigue aquí, en cada gesto que aprendimos, en cada risa que le recuerda, en cada lágrima que la nombra. Porque mamá no se ha ido del todo: solo ha viajado un poco más lejos para que su amor alcance a todos los que aún no han tenido la dicha de conocerla.
Va mi abrazo hasta los campos celestiales, adorada mamá.

Mira más contenidos siguiéndonos en FacebookXInstagramTikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.