¡Más dignidad, señores gobernantes!
La escasez de dignidad es una de las principales características de la mancha de peruanos que hoy fungen de políticos, siendo en realidad una comparsa de menesterosos, incapaces, adefesieros, aprovechadores, incultos, pordioseros, corruptos y, por si fuera insuficiente, indignos hasta la pared del frente.
La verdad es que la calidad del modelo del político peruano que mantuvo hasta el siglo XX, ahora es cosa del ayer. Arrancamos estruendosamente el siglo XXI con una manga de calichines, convenencieros, mentirosos, limitados mentales, odiadores profesionales, acomplejados sociales y, fundamentalmente, neófitos en el quehacer político y encima de ello, absolutos desconocedores del manejo del Estado y el arte de la verdadera política. No así la politiquería, especialidad en la que sí manifiestan maestría a borbotones. Con semejante perfil personal y “profesional”, resulta dificultoso pedirle coherencia, decencia e inteligencia al político peruano contemporáneo.
Lo que significa que, ¡salvo algún milagro!, tal como estamos seguiremos siendo una sociedad sub africana, donde cualquiera cosa puede ocurrir. Porque, amable lector, haber exhibido a un inculto a niveles de vértigo, que plagió su tesis “doctoral” para conseguir tramposamente la tesis de maestro; un dirigente sindical al servicio de sendero luminoso, organización terrorista que asesinó a más de 35,000 peruanos durante un cuarto de siglo en medio de un sanguinario ataque a la ciudadanía, del que los senderistas jamás se han arrepentido sino, todo lo contrario; un sujeto que, pese al currículo que exhibe, la mayoría de peruanos votó por él para que, durante un lustro, ejerza como presidente de la República, sólo tiene como explicación que el peruano ha sufrido una metamorfosis inversa, retrotrayéndolo a estratos precolombinos.
Sirva este preámbulo en primer lugar para manifestar mi repudio a este payaso mexicano que funge de presidente, abocado hace medio año a humillar al Perú con sus cansinas peroratas, repetitivas pero despectivas y humillantes; con ese estilo retrasado que procura exhibir –o quizá ya lo interiorizó tanto, que se ha vuelto senil- para ocuparse de temas que, como comunista que él es, manipula para defender lo indefendible y criticar lo que le es políticamente conveniente.
No obstante que, cual escorpión, con su detestable evangelio marxista él está perjudicando los intereses de su país, siendo el Grupo México propietario de Southern Perú, estirando de tal manera la cuerda que cualquier perjuicio podría ocurrirle.
Pero acá no interesa lo que le pase a este decrépito sujeto ni cómo afecte él los intereses de su nación en el Perú. Lo que nos resulta abominable es contemplar la miseria de argumentos y escenarios que plantean los políticos –y gobernantes– peruanos, para defender al Perú de los exabruptos de este desbocado mariachi. Un poco más de inteligencia, coherencia pero, sobre todo, dignidad, presidente Boluarte, señores premier, ministros, congresistas, etc., al responder a una caricatura apodada “amlo”.
La participación en este incidente de José Williams, presidente de nuestro Congreso, ha sido patética. ¡Preferible denunciar internacionalmente a amlo, antes que él lo haga! Por último, muchos mexicanos lo repudian, y la vida ya le queda cortísima al triste lanzallamas del hermano país.
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