Melodías religiosas en quechua
De niño, acompañando a mamá, asistía muchas veces a la iglesia de mi pueblo, en Lucanas, al sur de Ayacucho, íbamos muchos niños, jóvenes y personas mayores. En cada una de las celebraciones religiosas cantábamos a viva voz en quechua. Dependiendo del motivo, a veces entonábamos tristes y dolorosos harawis, por ejemplo entonábamos Apu Yaya Jesucristo, en Semana Santa, y otras veces alegres qachwas, por ejemplo en Navidad, nos deleitábamos con Belenpis waqachkan. Porque es sabido que el mayor atractivo en la iglesia es el canto.
Al leer Melodías religiosas en quechua (Editorial Altazor) del sacerdote franciscano Fray José Pacífico Jorge, cuya primera publicación data de 1924, encuentro muchas de las canciones que se entonan en los pueblos del ande, en particular en las zonas de Ayacucho, Huancavelica, Apurímac, Cusco y Arequipa. En ese instante retornaron a mí las vivencias de tiempos inolvidables a los que añoro volver, por eso celebro esta entrega que se suma a otros esfuerzos editoriales que se hacen desde la propia Iglesia. Por ejemplo, en el 2010 las monjas Carmelitas de Ayacucho grabaron un disco con diez canciones bajo el título de Mamacha Carmen, cantos en quechua, las cuales integran esta bella obra de arte.
El hermoso libro es mucho más que una compilación de himnos religiosos, es el testimonio de fe de un pueblo que trasciende más allá de su valía religiosa, musical e histórica. Además se incluyen un devocionario y pequeñas reseñas de las órdenes religiosas católicas de Huamanga. Su valor crece porque incluye grabados y partituras. Al respecto, Urbano Muñoz señala que “desde nuestra postura, consideramos que es un texto infaltable para los estudiosos de la literatura y la musicología que deseen seguir indagando sobre los elementos de la antigua poesía y música religiosas presentes en los himnos católicos quechuas”. Por eso es relevante para investigadores, maestros y para ser estudiado en las Escuelas de Música y Artes y, sobre todo, para fortalecer la devoción inquebrantable de una población que siempre aspira a tiempos mejores.
Felizmente, su reedición, en tiempos de pandemia, es un acierto invalorable para el país, en momentos en que agoniza nuestro idioma quechua y más aún cuando los cantos religiosos en quechua están camino a la extinción atacados por la pandemia de la indiferencia total. Su lectura y difusión permitirán coadyuvar en la revaloración del quechua y hacerla más cercano a la población.