Milei y el Espejo Peruano
En Argentina, todos tratan de descifrar –en su doble acepción, de dificultad y solapada intención– los intríngulis del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) del presidente Javier Milei, algunos desde la esperanza y otros desde la desesperación.
En un país donde todos profesan con pasión el bendito arte de opinar –con o sin conocimiento de causa, pero siempre convencidos de la validez de su propia argumentación– no sorprende que en la Argentina de hoy no haya mucho acuerdo sobre las posibilidades de éxito del DNU. Al final, todo parece reducirse a una cuestión de fe: o crees en Milei y su revolución libertaria o te preparas para el desastre de un nuevo y fallido intento por detener la debacle secular de la Argentina.
A diferencia de los economistas argentinos, los economistas peruanos no necesitamos apelar ni a la ideología, ni a la teoría ni a la fe. Tenemos la tremenda ventaja de la experiencia histórica. Aquí aprendimos que las crisis económicas no se superan sin dolor. Desde esta perspectiva –en comparación con el DNU de Javier Milei– el shock del presidente Alberto Fujimori de 1990 fue un megashock, un mega DNU que soportamos los peruanos con un estoicismo recompensado luego con por lo menos dos décadas de crecimiento rápido y sostenido y casi nula inflación. Es esta la primera lección para el pueblo argentino: bancársela y aceptar el dolor del ajuste.
Aprendimos también la absoluta necesidad de atar de manos y pies al Ministerio de Economía para que deje de acudir al Banco Central para que le financie un déficit cada vez más insostenible. En Perú lo hicimos dándole total independencia al Banco Central y adoptando el principio de máxima prudencia en el manejo de la política económica. En Argentina apuntan a desaparecer el Banco Central y renunciar –para todo efecto– a una política monetaria propia, adoptando de hecho la política monetaria de Estados Unidos, en si un riesgo de enorme magnitud dadas las diferencias en cuanto al grado de complejidad de la estructura económica.
Aprendimos los peruanos la necesidad de detener –de un solo tiro– las expectativas alcistas que caracterizan a una inflación que corre a todo galope. En nuestro caso acudimos al famoso “overshooting”, disparando los precios hasta un nivel tal que ya no podían sino ir a la baja, revirtiendo así las expectativas inflacionarias. En Argentina, los referentes económicos rechazan el gradualismo, pero el DNU de Milei ni corrige todos los precios relativos ni elimina todos los subsidios de una sola vez, como sí sucedió en el fujishock. Esto constituye un segundo gran riesgo para el éxito del plan por cuanto le da tiempo a los sectores más directamente afectados para intentar que se reviertan las medidas.
Hasta allí las más notables diferencias. Lo que sí es igual es la apelación a fuerzas divinas para el éxito final del plan de estabilización. Que Dios los ampare y que cuenten con las fuerzas del cielo. Por el bien de Argentina y de toda la América Latina.
Congresista de la República
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