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Mío o nadie

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Fecha Publicación: 04/01/2020 - 21:40
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El pasado 24 de diciembre, en la edición del programa N Portada del canal N, los conductores Verónica Linares y Mario Ghibellini requirieron la opinión de los panelistas invitados sobre el proceso de selección de los miembros de la Junta Nacional de Justicia. Yo, uno de ellos, señalé que celebraba la buena marcha del mismo a diferencia del anterior pero que temía lo de siempre: la guerra mediática descalificadora de carácter inquisitorial una vez conocida la lista de los seleccionados.

Algo parecido comentó Gonzalo Zegarra, aludiendo a la “guerra cultural” en las redes sociales donde la gente pierde perspectiva y casi permite concluir que ningún aspirante a esa junta está capacitado para pasar la valla. Zegarra también puso como ejemplo el afán desacreditador del fiscal José Domingo Pérez contra el magistrado TC José Luis Sardón para probar el ejercicio concertado de este deporte nacional.

Ghibellini recordó, no sin razón, que en algunas oportunidades la alerta popular y mediática había servido para enmendar desaciertos en esta clase de concursos públicos. Vino a mi memoria el caso de la ciudadana Ingrid Suárez Velarde quien el mes de enero del 2009 había sido designada nueva Contralora General de la República por la Comisión Permanente del Congreso (a propuesta del presidente de la República) pero a los pocos días se descubrió la inconsistencia de ciertos estudios superiores en España que ella manifestó haber realizado. La Comisión Permanente, por unanimidad, dejó sin efecto tal nombramiento.

Pero en el caso de la señora Suárez la acotación fue objetiva, insubsanable y válida para dar el paso atrás en la decisión. Hoy no puede señalarse lo mismo de los elegidos para la JNJ María Zavala ni Marco Falconí, pues las observaciones que se le hacen (como era previsible, al no prosperar la designación de los amigos de quienes las formulan) se fundamentan en sospechas fabricadas y falsedades flagrantes.

Falconí es atacado hasta por su desempeño como presidente de un club privado de Arequipa. Sin embargo, lo más increíble es que se le objete una licenciatura en las FFAA avalada por la normatividad vigente al tiempo que estuvo en un colegio militar y recibió la instrucción debida.

En el caso de Zavala –quien ha sido magistrada– se le imputa conversaciones telefónicas con el ex juez supremo César Hinostroza sin que se conozca siquiera la materia de los diálogos pues no se produjeron en los días que se le investigaba a este último. Bajo el prejuicio de haber hablado con Hinostroza, hasta un conserje del Poder Judicial sería considerado “cuello blanco”.

“Mío o nadie” es la consigna del Big Brother que hoy gobierna fácticamente el Perú.