¿OEA avala el golpe de Castillo?
Los acontecimientos surgidos esta semana en el Perú -promovidos por Castillo- coronan la carrera del presidente que fue declarado ganador de las elecciones por el JNE. Como cuestión previa planteó imponer una asamblea constituyente, conociendo que la Constitución lo admite si el Congreso la aprueba. Sabedor de que carece de mayoría legislativa, desde la primera hora de su mandato le declaró la guerra al Legislativo, apelando a la aplanadora bolchevique liderada por su mentor Vladimir Cerrón. Castillo optó por atacar al Congreso, utilizando el sambenito de la “cuestión de confianza”. Paralelamente urdió la corruptela del trasfuguismo, comprando voluntades a miembros del Congreso de tiendas políticas no necesariamente izquierdistas. A cada cual les asignaría cuotas de empleo para distribuirlas entre familiares, amigotes y partidarios. Asimismo, repartió multimillonarias obras públicas trufadas de arreglos bajo la mesa que recibieron los allegados de los congresistas vendidos, apodados los “niños” por depender de un profesor apellidado Castillo. Asegurados los votos de estos menguados, Castillo se dedicaría a promover una organización criminal para robarle a los peruanos, a la que había venido dándole forma desde el garito de Sarratea, su casa de citas con múltiples empresarios. Cumplido un mes en la presidencia, saltaron las primeras alarmas de que Castillo estaba envuelto en un círculo de corrupción. Un mes después aparecerían videos sobre aquello. El caradura negaba lo evidente. La Fiscalía le abrió investigación. ¡Y lo denunció ante el Legislativo, como probable jefe de una organización criminal secundado por su esposa, hija putativa, hermanos, cuñados, etc.! Lo demás es historia. Castillo emprendió una campaña corrosiva contra el Congreso acusándolo de golpista. Finalmente recurrió a la OEA. Vieja táctica de los desesperados ante situaciones límite. Pero las evidencias son insalvables. Además de corrompido, Castillo no sabe gobernar. Ha conducido al Perú al desastre, hambreando al pueblo. La OEA no puede ni debe validar la historieta falsaria de Castillo.
Apostilla. Esta semana, próxima a concluir, ¿habrá mantenido la OEA sus ojos bien abiertos para mirar, sus orejas limpias para escuchar y la boca bien lavada para decir la verdad sobre lo que viene sucediendo en el Perú, desde que se instaló el régimen bolchevique que preside Castillo? ¡Es lo menos que esperamos los peruanos! Este fin de semana llega a Lima la delegación que nos envía la OEA para pronunciarse sobre la engañosa invitación del clepto-mitómano presidente Pedro Castillo, quien convocó al cuerpo panamericano para que se pronuncie in situ sobre un falsario golpe de Estado que estaría planeando el Congreso del Perú. Es conocida la inclinación al socialismo, tanto de quien hoy es Secretario de la OEA, el ex tupamaro Luis Almagro, como de gran parte de los países que la integran. Pero una cosa es la solidaridad ideológica que transpiran Almagro y los países de la férula chavista; y otra muy distinta es la fraternidad auténtica entra las naciones de nuestro continente. ¡Y esto último es lo que precisamente está en juego en el pronunciamiento que habrán de definir los integrantes de la comisión que envía la OEA!
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