Orientación sexual y valores políticos
La propongo como una materia de estudio y debate sujeta a diversas comprobaciones, sobre todo en el conglomerado de los millennials que se inauguran en la vida ciudadana acudiendo a las urnas: ¿será posible que la confesión o admisión de una orientación sexual distinta a la de su género de origen esté otorgándole a ciertos políticos y políticas del siglo XXI un plus de transparencia y honestidad como factor diferenciado del conjunto?
En el primer caucus (elecciones primarias de delegados) del partido Demócrata de los Estados Unidos realizado en Iowa, ha surgido vigorosa la figura de Pete Buttigieg, ex alcalde de una pequeña localidad de Indiana y el único abiertamente homosexual en la contienda. Buttigieg de 38 años se ha impuesto por mínimo porcentaje en la captación de delegados al veterano Bernie Sanders y opacado a Joe Biden, el favorito. Reportes señalan que los resultados Iowa lo colocan con ventaja en el próximo caucus de New Hampshire.
La BBC comenta: “Su candidatura es atípica: en EEUU no es usual que un cargo de alcalde sirva de plataforma para una campaña presidencial”. ¿Qué lo hace entonces atractivo? Estudió en Harvard y Oxford. Es cristiano practicante y miembro de la iglesia episcopal. El 2015, en plena campaña para su reelección a la alcaldía, reveló su homosexualidad en un diario local sosteniendo: “es claro para mí que en un momento como este, me podría hacer bien ser más abierto al respecto”. BBC subraya: “Algunos dicen estar contentos de que (su orientación sexual) no ha sido el asunto central de su campaña, mientras otros lo colocan como uno de sus atributos”.
Al ganar la alcaldía de Bogotá, Claudia López recordó en el semanario Semana sus luchas y tropiezos políticos donde el factor de ser lesbiana no debilitó su identidad con otras agendas como las de combatir la parapolítica, la inseguridad ciudadana y proteger el medio ambiente. Pero nunca fue activista del feminismo ni de los LGBTI. Su relación abierta con la senadora Angélica Lozano fue asumida positivamente por una sociedad tan conservadora como la de Colombia.
Y las recientes elecciones congresales en nuestro país le conceden al candidato Alberto de Belaunde del Partido Morado la segunda votación más alta (casi 240 mil sufragios). Sus electores, está claro, tienen mucha consideración a su desempeño político como a la sinceridad con que asumió su orientación homosexual.
Decir lo que es en su esfera más íntima quizás esté creando una nueva forma de acreditarse políticamente, sabiendo que la política ha sido un ejercicio de mentiras, ocultamientos, medias verdades y falta a la palabra empeñada. Asumir una orientación sexual de manera pública hoy es un alto valor político.
