País sin líder
Acabada la interpelación del indefendible ministro de Trabajo, la moción para su censura recogió en cuestión de horas más de 50 firmas y está lista para su presentación y trámite parlamentario en el curso de esta semana.
Conforme a la Constitución, se requieren 66 votos para su aprobación y así expectorar del Gabinete a quien por su trayectoria senderista y antidemocrática y carencia de idoneidad jamás debió integrarlo. No es el único al que habría que darle salida pero sí el más cuestionado de ese inefable corro ministerial del que pocos se salvan.
Confiamos que si el tal Maraví no renuncia o lo “renuncian” antes, será el Parlamento quien lo censure y que al grupo mayoritario de las bancadas de la oposición democrática no le temblará la mano ante la amenaza del Ejecutivo de empezar a abrir la puerta de la disolución del Congreso. A otro con ese hueso.
Empero, nuevamente, todo esto lleva a preguntarnos por qué quien preside esta Nación de desconcertadas gentes no lo remueve del cargo y aprovecha la peliaguda coyuntura para licenciar otros más descalificados para la gestión gubernamental que sólo agudizan la crisis institucional y el desgobierno. La respuesta parece tan difícil como resolver un enigma enredado en un acertijo parafraseando al gran Churchill y el alto costo lo está pagando en exceso el porvenir del país.
Si de algo le sirven las encuestas al gobernante de turno, seis de cada diez peruanos critican su absoluta falta de liderazgo. Visto lo visto, las señales no sorprenden como tampoco que la ciudadanía achaque lo mismo a la oposición demócrata o supuestamente demócrata -¿Acción Popular dónde estás?-. Empero, en el caso del Presidente de la República esta incapacidad de mando y autoridad es imperdonable y constitucionalmente reprochable. ¡AMÉN!
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