Perder dos amigos
Los Juegos Panamericanos vuelven a Lima. Será en el 2027.
Su elección estaba cantada como lo dijimos días atrás, porque tenía de rival la minusválida candidatura de Asunción, que por añadidura fue expuesta en Miami en términos inaceptables por el titular del Comité Olímpico Paraguayo, pensamos porque quizás este dirigente no conoce el “juego limpio” como estandarte de la competencia deportiva.
Nosotros hemos manifestado nuestra oposición a su organización, no más gastos ni inversiones en un país que tiene demasiadas carencias sociales que nunca se atienden, que todas las excusas son muchas y pocas a la hora de tomar decisiones por lo que siendo prioridad se arrima al infinito, olvidando que hay millones de peruanos que no acceden a los servicios elementales consagrados en la Constitución como un derecho inalienable.
Hay en todo aquello una gran cuota de indolencia e insensibilidad.
A partir de hoy se debe mirar hacia adelante y entender que ya estamos montados en el caballo, lo que significa admitir que el deporte peruano tiene serias deficiencias porque el deporte colectivo no existe. Así de simple, no tenemos nada que mostrar. Con el correr de los años hemos llegado a límites vergonzosos por las pésimas gestiones dirigenciales que han hundido al vóley y al básket, entre otros. Es decir, han desaparecido de la escena nacional ambas disciplinas.
Referirse al vóley y al femenino en particular ha sido una experiencia maravillosa por tres décadas al menos. Hemos gozado con tantísimos triunfos y hazañas que no se van a repetir en mucho tiempo porque los incapaces chaparon su conducción. Y lo más grave todavía están circulando.
En el básket hemos sabido cosechar títulos sudamericanos y hasta campañas en JJOO, lo que se ha liquidado a punta de errores, inacción en nuestros clubes, diferencias entre los organismos locales, apetitos personales de ciertos individuos, robos de miserables dirigentes, y todo tipo de estropicio con el daño irreparable al sistema.
Y claro nos hemos escudado en los deportes individuales y en la suma de medallas diciendo que hemos conseguido equis número de preseas, sin reparar que esas cifras son probablemente engañosas cuando sumamos las de bronce que no tienen mayor representatividad más aún en deportes con mínimos participantes, esto ha sucedido en Lima 2019 y en Santiago 2023.
Esos deportistas individuales que son también el resultado de sus propios esfuerzos, el apoyo de su familia y tangencialmente del Estado, son nuestros ídolos sabiendo que deben superar limitaciones y adversidades, considerando que son valores que pugnan por estar entre los elegidos para merecer un sponsor privado o un apoyo público.
Mis opiniones siempre frontales y sin condicionamientos han originado en estos últimos meses que hasta dos dirigentes, uno ex deportista, que siempre los consideré amigos, resuelvan no tener más acercamiento con mi persona. No hay ninguna explicación sensata, salvo el berrinche de no aceptar opiniones en otro sentido, lo que hace ver que cuando falta “correa” es difícil entenderse entre seres humanos. Lo que demuestra que son cortos de criterio y desdeñan el sentido común porque si no están con ellos, eres enemigo. Alguna vez se darán cuenta que discrepar es la fórmula exquisita de tener acuerdos porque las ideas de los demás deben ser siempre respetadas. Salvo mejor opinión.
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