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¿Qué hacer para reactivar la economía?

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Fecha Publicación: 24/08/2023 - 21:50
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Este año ha sido lleno de “shocks” internos para el Perú, empezando con el coletazo del golpe de Estado de Castillo y las secuelas de violencia en diciembre y enero, el ciclón Yaku que nos golpeó en marzo, y el impacto del gobierno desastroso de Castillo cuyas consecuencias estamos recién sintiendo en términos de la caída de la inversión privada (-12.9 a junio), la persistente inflación (5.9% en Julio), principalmente por la incompetencia en agricultura y otros sectores productores de alimentos cuyos precios se mantienen altos con el consiguiente impacto en los ingresos disponibles de los consumidores. A esto se añade la precarización del empleo por la reticencia de las empresas de contratar personal ante la bajada en ventas, especialmente en los últimos 2 a 3 meses.

El sector externo tampoco ha sido positivo, la lucha contra la inflación en Estados Unidos y Europa ha llevado a subir las tasas de interés por sus bancos centrales con la consiguiente desaceleración de sus economías. Pero el problema principal viene por China, cuya economía se ha desacelerado violentamente; las ventas retail en julio sólo crecieron 2.5%, producto de la crisis del mercado inmobiliario y la desconfianza en la capacidad del gobierno y el Partido Comunista de salir de la crisis. China es nuestro principal socio comercial y nos compra US$ 21 mil millones al año.

En este entorno complejo debemos ser realistas y no intentar elevar expectativas de los agentes económicos, pues las cifras no van a mentir, generando esperanzas de un crecimiento a fin de año por encima de 2% del PBI como lo hace el MEF y el BCR ya que no es realista; más bien un crecimiento del 1% o menos, con un Niño por delante, probablemente sea más realista. Esta situación nos obliga a tomar medidas para mitigar los riesgos y la caída en la actividad económica y generar confianza en el empresariado y los consumidores.

Quien debe liderar este esfuerzo es el gobierno especialmente el MEF, pero el Congreso también debe de hacer su parte, bajando el ruido político y dedicándose a las reformas que necesiten para reactivar la economía y crear las bases para reforzar la democracia y darles a los peruanos una más clara visión de seguridad y estabilidad a largo plazo. Como dice el dicho “al mal tiempo buena cara.” El gobierno debe asumir riesgos y ser creativos para tomar decisiones y ejecutar medidas, muchas de las cuales ya han sido probadas con resultados positivos y sobre todo que generan confianza. Recordemos el año 2006 cuando ingresó el gobierno de Alan García bajo la nube del mal desempeño de su gobierno 1985-1990. Un “shock” de inversiones del sector público dinamizó la economía y sirvió para generar entusiasmo en el sector privado que es 80% de la inversión total. No fueron los altos precios de los minerales que permitieron al gobierno de García ser exitoso, como aduce la izquierda, sino un conjunto de acciones en todos los sectores productivos, añadidos a medidas como la firma de Tratados de Libre Comercio que dieron al inversionista un horizonte de largo plazo.

Hoy tenemos una situación extraordinaria que amerita acciones extraordinarias, aunque el margen de maniobra del gobierno por el déficit fiscal está limitada pero se pueden redireccionar gasto corriente inútil a inversión pública que dinamiza la economía y lanzar agresivamente APPs que no le cuesten al gobierno, como en energías renovables para recuperar además el colchón que teníamos que teníamos en generación eléctrica, e ir un paso más allá en el tratamiento de aguas servidas de lo que se hace en Taboada o La Chira, para no tirarlos al mar y reusarlas para recargar los acuíferos o en agricultura o en áreas verdes, que puede hacerse en todas las ciudades costeras, como ya se hizo en Ica. También la desalinización como ya se hizo en Santa María, debe ser una solución para todas las ciudades costeras sin que al estado le cueste un centavo, sólo garantizar la compra del agua.

El agro que hoy representa el 23% de la PEA, el 20% de las exportaciones y la producción de alimentos a precios razonables para las ciudades merece mención aparte por los cambios absurdos en la legislación en el 2020, que hoy lo ha paralizado, así como la necesidad de apoyo directo a los pequeños agricultores. No por ser lo último es menos importante, la eliminación de trámites para el pequeño y el grande como es la minería. Lo importante es generar confianza que es la base del bienestar.

Por Ismael Benavides

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