¡Qué tal arzobispo, señores!

Pasada la Semana Santa no debemos dejar de referirnos a otra de las grandes tragedias que embargan a nuestro país: la desgracia que quien se desempeña como arzobispo de Lima sea un cura rojo, llamado Carlos Castillo Mattasoglio.

De acuerdo a un interesante artículo que ha aparecido en el portal “La Abeja”, cuyo director es Luciano Revoredo, "Mi Tío el Arzobispo" es el título de un libro escrito por Dino Castillo respecto a su pariente el mencionado monseñor Carlos Castillo M., que empieza con la siguiente introducción: "Con esta presentación, pretendo advertir a todos los fieles el riesgo de admitir que ideas experimentales destruyan nuestra fe. No son pocos los temas que Carlos Castillo tendrá que explicar, no solamente a la opinión pública peruana sino también al mismísimo Papa Francisco, por las incongruencias que comete predicando cosas que él mismo no las aplica en su vida cotidiana." Dino se refiere a su tío Carlos como “un hombre distante, frío y resentido; soberbio y ambicioso que ha admirado al dictador Juan Velasco Alvarado".

Además, amigo de Helan Jaworski, integrante de aquellas guerrillas procubanas de los años sesenta que dieron muerte a su hermano Ismael. Jaworski fue director de El Comercio cuando fue confiscado por el dictador Velasco; y también fundador del siniestro Sinamos.

A otro que asimismo admira el arzobispo Castillo es al guerrillero (terrorista) Héctor Béjar, a quien Jaworski llevó como subdirector de El Comercio parametrado, y quien últimamente actuó como canciller del golpista/corrupto Pedro Castillo Terrones, el presidiario ex presidente y amigo de pro terroristas como Carlos, el arzobispo Castillo, cuya truculenta historia sigue narrando su pariente Dino en dicho libro.

El arzobispo Castillo politiza su cargo eclesiástico sin el menor empacho. Hace tiempo se uniría a la campaña de los seguidores del reo Pedro Castillo (¿serán parientes?) contra la presidente Dina Boluarte, lucubrando teorías conspirativas entre San Martín y Bolívar para acabar insinuando que Don José de San Martín "entendió que para lograr el bien del Perú había que hacer un acto adecuado y justo de desprendimiento, que permitiera una acción efectiva que culminase la guerra. Por ello, decidió algo más hondo aún: retirarse para dejar paso a quien tenía las fuerzas ya preparadas para que no retrocediera el proceso libertario y republicano", alentando a que renuncie Boluarte para que asuma la presidencia algún caviar que luego cogobernaría con sus amigotes de la extrema izquierda.

Para rematar enardeciendo al pueblo: "A la gente se le ha pretendido silenciar con las armas, con el maltrato. Cuando se pudo inventar formas de diálogo y no de palabritas (…)" El señor nos llama a ser parte de la vida y de las familias que fueron maltratadas por los perdigones y las municiones que les han caído, quedándose corto para decir "disparadas por las FFAA y PNP a cargo de Dina Boluarte". ¡Qué tal arzobispo!

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