¿Qué vendrá?
Me pregunto esto, ciertamente, en relación a los escenarios que nos dejará la nueva peste universal llamada Coronavirus cuando su expansión se haya detenido y sus efectos mitigado. Seremos diferentes en muchos sentidos pero vale la pena avizorar por cuáles senderos transitará el cambio.
En el ámbito de la salud, la gran mayoría de opiniones expertas tiene clara la dimensión controlable del virus y la mejor capacidad científica para responder su impacto. A diferencia de anteriores pandemias, el COVID19 fue identificado en menos de dos semanas y se supo cómo detectarlo. También se determinaron más rápido las medidas que permitirían monitorearlo (el jueves 12, China Popular ya celebraba el fin del pico de la enfermedad y la recuperación de cerca de 60 mil infectados). Por último, se han divulgado más de 160 artículos científicos sobre la materia y el diseño de una vacuna contra el mal ya supera los ocho proyectos.
Lo debatible se augura en los aspectos políticos, económicos y sociales. Como bien dijo el doctor Elmer Huerta, la declaración de “pandemia” del Coronavirus por parte de la OMS no fue una señal de alarma sino un desafío a los gobiernos para activar disposiciones públicas adecuadas que, a esas alturas, deberían haber imitado las severas acciones del régimen chino o las de Corea del Sur, Singapur y otros.
Muchos no lo hicieron, incluyendo el Perú. La velocidad del contagio aconsejaba el mismo ritmo para acometerlo. Y también quedó al desnudo la incapacidad de los servicios estatales de salud para atender los casos si la proyección de crecimiento se disparaba, en la hipótesis que no se dictaran restricciones duras al normal desenvolvimiento ciudadano.
En esta línea, el post coronavirus pondrá en valor lo dicho esta semana por el Presidente de Francia Emanuelle Macron: “Lo que ha revelado esta pandemia es que la salud gratuita, nuestro estado de bienestar, no son costos o cargas, sino bienes preciosos, (…) y que este tipo de bienes y servicios tienen que estar fuera de las leyes del mercado”.
Finalmente, dos economistas que presagiaron con mucha anticipación la crisis de las hipotecas basura del 2008, Nouriel Roubini y Jesse Colombo, pronostican ahora desastres para el 2020. Roubini asegura que los mercados de renta variable caerán entre 30 y 40 por ciento por el virus. Recomienda proteger las inversiones en bonos gubernamentales. Mientras que Colombo dice que, junto a la epidemia, existe hace tiempo burbujas letales en más 20 mercados, incluyendo el inmobiliario europeo y el de valores de los Estados Unidos.
Una nueva crisis económica global, sin duda, engordará las opciones populistas de extrema derecha o extrema izquierda. Un vaticinio terrible pero consistente.
