Seguridad ciudadana: nudo gordiano
En todo país coherente, los fiscales no son detectives; son abogados. Sólo investiga la Policía. Pero acá, desde la reforma de los años ochenta la Policía perdió este papel clave endosándolo a la Fiscalía. A esto se debe, principalmente, el sinnúmero de delincuentes que detiene la Policía pero que, dos días después, los libera la Fiscalía por incapacidad para levantar los partes incriminatorios en el plazo legal. Pero aún hay más. ¡Los fiscales no están profesionalmente preparados para asumir tareas de investigación policial. Función que sí conoce –y bien– la Policía Nacional, apelando a la extraordinaria escuela que ha dejado la Policía de Investigaciones del Perú (PIP), torpemente sustituida por el Ministerio Público siguiendo lo que dispuso la ley que fue promulgada durante la segunda gestión de Alan García. Fue tras unir la Guardia Civil con la Guardia Republicana y la extraordinaria Policía Nacional de Investigaciones (PIP), en el actual organismo genérico llamado Policía Nacional. La PIP cumplió un rol extraordinario en la lucha contra el terrorismo. Incluso participó exitosamente en solventar secuestros perpetrados por terroristas del mrta ocurridos durante la década de los ochenta. Asimismo protagonizó un rol invalorable en la captura del genocida guzmán, y de toda aquella gavilla magnicida de las dirigencias terroristas y principales cuadros asesinos de sendero luminoso y mrta.
Como resultado de este nudo gordiano (la dificultad que emana de la exclusividad encomendada a los fiscales para investigar, dentro del plazo de ley, los indicios de delito y/o crimen en los casos policiales ocurridos en todo el territorio nacional), el país ha venido involucionando en materia de Seguridad Ciudadana. Al extremo de haber alcanzado una realidad pavorosa: ahora el Perú está ranqueado como uno de los países más inseguros del planeta en materia de crímenes y delitos comunes en sus ciudades. Visto en retrospectiva, fue un imperdonable error político (porque sólo la política intervino en la iniciativa de “unificar” la Policía), haciendo desaparecer sin estudio técnico/jurídico trascendentales divisiones de la Guardia Civil, Guardia Republicana y Policía Nacional de Investigaciones (PIP). La primera de estas tres, a cargo de resguardar la seguridad ciudadana; la segunda, comisionada a cuidar las dependencias del Estado, además del cuidado de las cárceles del país; y la tercera, dedicada, en forma científica, a la investigación del delito.
Desgraciadamente, en este momento contamos con un gobierno mediocre; sin plan de trabajo ni luces suficientes para dirigir los destinos de la nación. Y, salvando a no más de veinte parlamentarios capaces, tendremos a unos cien “congresistas” neófitos, corruptos, incluso delincuentes (en unos casos, cómplices del terrorismo). En consecuencia, no hay manera (salvo un milagro) que ambos poderes del Estado articulen alguna medida coherente (menos todavía inteligente), para reorganizar la seguridad ciudadana. Sin embargo, para salvaguardar la vida y el patrimonio de los peruanos la única solución es restablecer la exitosa estructura que tuvo nuestra Policía; además de revaluar las funciones de la Fiscalía, adecuándolas a mejorar oportunamente los detalles de las pesquisas policiales, para elevar con prontitud las acusaciones muy bien sustentadas ante el poder Judicial.
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