Sin proyecto, no hay camino
La desconexión de los partidos y movimientos políticos con la realidad y los sueños de la gente de a pie, es insoportable. El régimen de Castillo no descifra a sus gobernados, antepone sus propios intereses a los del país, mientras la oposición sólo reacciona ante el cleptócrata de Palacio y no logra diseñar un proyecto democrático que entusiasme a las mayorías.
La apatía en que nos ha hundido este régimen pro cubano solo abona a la desconfianza e ilegitimidad de los poderes del Estado y de todas sus instituciones. Esto es, justamente, lo que buscan los comunistas: destruir al llamado Estado Burgués para sumirnos en el caos. Aprovechan ahora que seamos un país debilitado económica y socialmente, por la pandemia, cuyo tejido político se siga pudriendo desde la crisis política desatada por la corrupción de Lava Jato y de su padrino mayor Pedro Pablo Kuczynski, quien empoderó a rojos y caviares para cabildear desde la presidencia. Y a quienes se opusieron a tamaña inmoralidad llamó ‘obstruccionistas’.
La crisis que padecemos tiene nombre iniciales: PPK, ese nos encaminó al desastre que vivimos, con ayuda de la gran prensa mentirosa que sigue aferrándose a antiguos privilegios y sueña con poner y sacar presidentes a punta de periodicazos y operativos montados vía televisión.
No debe llamar la atención que el actual régimen, para librarse de eso, crease su prensa ‘alternativa’ al servicio de la organización criminal enquistada en el poder. Esto porque la autoproclamada prensa ‘independiente’, financiada por intereses extranjeros, sesgada e ideologizada ya no les sigue el amén. Quedan Expreso y Willax, con sus periodistas agotados de decir la verdad, mostrar documentos, videos, sólidos testimonios mientras los partidos de oposición no hacen sino quejarse como cualquier hijo de vecino sin poder, mientras los otrora lobistas -hoy sin contactos- cotorrean clandestinamente, ensoñando con el final del régimen, con sus interesadas intrigas.
Necesitamos construir una Democracia potente, que garantice el reconocimiento y respeto de nuestros derechos fundamentales como individuos; la representatividad social de las distintas vertientes políticas; y la integración de los ciudadanos a una colectividad basada en el derecho y en la que impere la justicia. De esos tres factores depende la estabilidad social, política y económica del sistema, la adecuada gobernanza y con ello el futuro de la nación, liberada de este régimen filo-senderista y narcochavista que pretende instaurar un modelo político basado exclusivamente en dos actores: Pedro Castillo y lo que llama “el pueblo”. Esta intentona revolucionaria amenaza las libertades en nombre de la igualdad y moviliza marchas opositoras sin resultados.
Sin proyecto no hay camino; el proyecto es lo que da sentido a lo que hacemos. La oposición necesita flexibilidad y no liviandad para alcanzar el gran objetivo de lograr una nación fuerte, unida y con una meta clara; impidiendo que los antisistema pasten en los verdes prados que sembró, justamente el sistema, que estos pretenden dinamitar desde el poder.
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