Sodoma y Gomorra
Esta Navidad, como la anterior, es pura pantomima: los rostros de tristeza en los millones de peruanos que buscaban saciar el hambre y, por otro lado, regalos con precios módicos para cumplir con el sueño de ese niño que, sin saber los avatares de la vida, pedía que un Santa Claus no se olvidara de traer el presente.
Una Navidad más que llega al Perú invadido por politiqueros, cafichos, extorsionadores, sicarios, sin estupor ni sangre en la cara, esparciendo por todo el territorio nacional sus excretas. Hoy no se cree en la buena voluntad, en la intención de hacer las cosas bien; estos clubes electoreros, los fariseos de la gestión actual, han destruido lo poco o nada que quedaba de la palabra “democracia”. ¡No existe! ¡Quién puede venir a mirar mi rostro y sostener que la hay!
Mientras todos somos testigos cómplices silentes de conocer que un poder del Estado es el trocadero nacional y que con nuestro dinero se pagan las orgías y los placeres más perversos; los demás, “mutis”, esperaban un llamado fuerte y claro del cardenal, la Iglesia y sus retahílas de sacerdotes a la defensa de la moralidad. ¡No se oye, padre!
Nos estamos convirtiendo en SODOMA Y GOMORRA; vivimos en una sociedad fraudulenta, sórdida, miserable, de pugnas, chaveteo, muerte, autoridades complacientes sin reacción, gracias al consentimiento de congresistas prostituidos que permitieron la gestión de una usurpadora en cuenta regresiva, que pretende alzar vuelo o esconderse debajo de una piedra. Sus días finales serán Challapalca.
Urge la necesidad de salir de esta crisis; no sigamos incubando una sociedad de incertidumbre, desesperanza, escepticismo, desaliento, temores y frustraciones. Apostemos por nuestra juventud peruana, que hoy mira como solución la deserción a corto plazo, lograr el sueño de las oportunidades migrando al exterior, porque su tierra natal no da muestras de rehabilitación. Dejando padres consumidos por la tristeza, el desarraigo familiar y la economía empeñada; gobernantes incapaces de dar solución inmediata y seguir atrapados en un círculo corrosivo e infectado de bellacos, que tienen secuestrado el presente y el mañana de nuestro Perú.
Reitero la imperiosa y vital reconstrucción de un ¡Perú ahora sí!, haciendo una real, verdadera y profunda autocrítica, asumiendo los grados de responsabilidad grabada y marcada con fuego, sudor y lágrimas, de manera involuntaria o deliberadamente, concediendo el poder a patéticos regímenes gubernamentales que no lo merecían.
¡El PERÚ AHORA SÍ! requiere de una urgente reingeniería social y política, un viraje que promueva un verdadero proceso de higiene de las organizaciones políticas vigentes e implemente salvaguardas para evitar “vientres de alquiler”, esa distorsión grosera y delictuosa que ha deformado y mancillado el uso pulcro e incorruptible del poder y que debió haber sido siempre la propuesta legítima, digna y decente de la sociedad política peruana.
No hacer nada o permitir que otros nos sigan devorando; el final es un Sodoma y Gomorra.
He dicho.
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