Solo los culpables esconden la verdad
La única explicación para que alguien se oponga a difundir oficialmente el pacto secreto suscrito entre los aún fiscales Rafael Vela Barba y José Domingo Pérez Gómez y la brasileña Odebrecht, es que esa persona se encuentre inmersa directa, indirecta, familiar, amicalmente, etc. en alguna porquería contra el Estado peruano, relacionada a aquellos centenares de contratos ejecutados, tramposamente, por una empresa corrupta y corrompedora como es Odebrecht. Lo comprueba el hecho de que Odebrecht ha sido condenada tanto por la Justicia de los Estados Unidos como por –excepto el Perú– la totalidad de países latinoamericanos donde la contratista brasileña ejecutó obras públicas. Obviamente hablamos de un universo de peruanos que, de alguna u otra manera, continúan implicados en las trapacerías de Odebrecht contra nuestro país. Desde capitostes de la construcción, pasando por banqueros que los financiaban; lobistas que operaban para sangrar al Estado; y gente indudablemente afín a la delincuencia dedicada a estafar al Estado con éxito. Hablamos incluso de gente del Foro, que vendía su destreza a precio de diamante para trampear al Estado; también asesores legales que no interpretaban la ley sino la retorcían en beneficio del “cliente”, sacándole la vuelta al Estado que representa a los 33 millones de peruanos. Igualmente hablamos de proveedores de materiales que veían multiplicadas sus fortunas, a costa de robarle al Perú.
Y, obviamente, hablamos de aquellos “periodistas” de El Comercio, RPP, canales 2, 4,5, 8 y 9, que vivían y viven rasgándose las vestiduras “en defensa de la legalidad y los altos intereses patrios”; mientras manipulan a la opinión pública induciéndola a confiar ciegamente en Odebrecht para justificar sus estafas, sabiendo que aun así desangran al Perú. El listado de vividores del escándalo más grande que conoce la sociedad peruana llenaría muchas páginas de esta edición. El caso Lava Jato es la prueba ácida de que demasiados peruanos notables, como mayormente opacos, han lucrado y siguen lucrando a través de Odebrecht. A ello se debe su desesperación diaria por continuar poniendo objeciones para evitar que se haga público el acuerdo entre los mencionados fiscales y Odebrecht. Y a ello se debe, también, porque EXPRESO, Willax y quizá algún otro grupo periodístico seamos los únicos medios informativos peruanos que, desde hace mucho tiempo, demandamos se haga de público conocimiento el mencionado pacto. A fin de cuentas, solo la verdad debería quedar registrada en los anales históricos, para exhibir a quienes estuvieron al lado correcto y quienes estafaron al Perú.
Seamos claros, amables lectores. Mientras la exigencia ciudadana por publicar el pacto secreto con Odebrecht –suscrito “en nombre de la nación” por Vela Barba y Pérez Gómez con el corruptor Jorge Barata– apunta a perseguir y castigar el crimen en defensa de los intereses del Estado; la contumaz negativa de otros exhibe una clara complicidad con Odebrecht. Ciertamente, quienes se oponen a difundir la verdad son los enemigos de la democracia y cómplices de la corrupción: mientras quienes hacemos cuestión de Estado por su divulgación inmediata resguardamos los intereses del país y repelemos frontalmente la corrupción.
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