Tolerancia cero al crimen

Estamos viviendo un clima de inseguridad que realmente preocupa y cada día nos preguntamos si esta vez nos tocará a nosotros o a algún familiar nuestro, pasar por esos terribles momentos de ser asaltados y hasta asesinados por un teléfono móvil. O tal vez ser secuestrados en un taxi o colectivo falso donde duermen al pasajero para vaciarle sus cuentas bancarias o a punta de pistola pasearlo por los cajeros automáticos antes de botarlo en una calle oscura.

Resulta ya muy difícil escapar de esta horrible experiencia, pero lo que es cierto es que esa inseguridad en las calles, no solo nos afecta a los ciudadanos, sino que también atenta contra el turismo y la inversión. Muchos pequeños emprendedores ahora son extorsionados por mafias nacionales y/o extranjeras. Ni qué decir con la prostitución callejera.

El problema no queda allí, porque además es cada vez más visible la impunidad de muchos que cometen delitos y a los que en unas horas volvemos a ver en las calles, porque quienes aplican nuestras leyes penales aducen un mar de justificaciones y legalismos que, en la práctica, protege a los delincuentes y desconocen el derecho de los agraviados. O sea, estamos desprotegidos.

Como a mí me gusta decir las cosas de manera directa y sin disfraz, me disculpo de no hacer una lista de todos los delitos que a diario llenan horas en los noticieros de los canales de televisión y ocupan páginas enteras de los diarios. Prefiero ir directo a una propuesta de solución que lleve a la “Tolerancia cero al crimen”.

Claro que es posible y debemos empezar a castigar con severidad los delitos menores, esos a los que a veces no damos mucha importancia y que la ley considera con tibieza como una falta. O sea, si te roban 100 soles, no es un delito. El robo de un teléfono móvil solo se castiga con un jalón de orejas, pobrecitos. Y si es menor de edad, mejor ni lo miras mal, porque los defensores de los derechos humanos pueden pedir cárcel para el comisario y los policías.

Señores, hay que educar, prevenir y castigar. Hay que trabajar para establecer estrategias que partan desde el respeto a la Policía Nacional. Son los custodios del orden y todos debemos respetar sus acciones. No es posible que veamos a nacionales o extranjeros enfrentándose a golpes con los policías. Eso no lo hacen en Estados Unidos, Alemania o incluso en Venezuela o Colombia.
Lo primero que debemos hacer es expulsar del país a todo delincuente extranjero indocumentado. ¿Por qué debemos gastar en alimentarlo y darle “alojamiento” en nuestras cárceles? Prefiero destinar esos recursos en atender a los sectores vulnerables en nuestro país.

Segundo, debe disponerse prisión inmediata a quienes sean intervenidos y se les encuentre teléfonos móviles u otros bienes arrebatados con violencia y a veces hasta manchados con la sangre de sus poseedores o propietarios. Los congresistas pueden impulsar leyes para prohibir la comercialización de celulares robados.

Y, aunque me critiquen, sigo manteniendo mi propuesta de establecer la pena de muerte para criminales, violadores de niños y terroristas. No tienen perdón de Dios y menos de nosotros. No se trata de aplicar lo que dice el pasaje bíblico, la ley del Talión: ojo por ojo y diente por diente, no es cuestión de quid pro quo, sino de proteger a la sociedad de los futuros crímenes de esos desalmados.

Por ahora quiero terminar reiterando que debemos trabajar para prevenir la criminalidad, tener acceso a un sistema de justicia eficaz, y consolidar una educación inspirada en valores, el respeto por la ley y la tolerancia. No hay otro camino y no tenemos tiempo que perder.

Por Óscar Becerra Tresierra

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