Un JNE sin confianza
Más que nunca, hoy resulta indispensable defenestrar al presidente del Jurado Nacional de Elecciones, Jorge Luis Salas Arenas, abogado comunista defensor de terroristas, luego juez; por último estratégicamente digitado como presidente del ente que supervisa nuestras elecciones generales, en noviembre de 2020.
Ocurrió cinco meses antes de los comicios generales de abril 2021, cuando fue electo presidente otro comunista como él llamado Pedro Castillo. ¿Coincidencia o estrategia de la maquinaria caviar que mueve los hilos en el poder Judicial? Porque el inventario de circunstancias y/o casualidades que se dieron en esas elecciones -todo encarrilado a favorecer a Castillo y anular a sus principales contrincantes- fue colosal.
Comenzando porque dos años después, empiezan a salir evidencias de que, sin mediar explicación, el JNE sacó de la carrera a dos partidos políticos de gran importancia en la vida nacional, como Apra y PPC. Algo parecido le sucedería a Acción Popular en las elecciones municipales y regionales de 2022, por lo cual el partido denunció al JNE acusándolo de limitar la participación de sus candidatos.
Entrevistado por EXPRESO, Fernán Altuve, inteligente abogado y analista político, dijo: “los tribunales están diciendo que Salas Arenas ha tenido una actuación arbitraria con un partido, impidiendo que postulara; y los ciudadanos vienen quejándose de su actitud fraudulenta hace mucho tiempo”. Paralelamente, recordó que el TC sentenció: “El JNE actuó de manera indebida para perjudicar a una organización política”, precisamente a la más antigua del país (refiriéndose al partido aprista). “Pero no pasó nada, pues Salas Arenas dijo ser la víctima”.
Tampoco olvidemos lo que denunció Lourdes Flores tras negarse Salas Arenas a darle acceso al registro de Reniec, para realizar los respectivos cotejos. En lugar de permitírselo, Salas Arenas incurrió en franca violación al debido proceso denegándoselo, “pese a que el Art. 196 de la Ley Orgánica de Elecciones establece que el padrón es público, excepto la parte relativa al domicilio y a la huella (…) esto descalifica la actuación del JNE porque cuando tome una decisión, esta no dará seguridad a la sociedad.”
Hay más. El entorno de Salas Arenas habría intervenido para conseguir que los Colegios de Abogados no tuvieran delegado ante el pleno del JNE.
Durante el proceso electoral de 2021, apenas fue integrado por representantes del poder Judicial (Salas Arenas), Fiscalía (Víctor Rodríguez); colegios de abogados (no hubo, al “no ponerse de acuerdo”) y Universidades Públicas y Privadas (Jovián Sanjinez y Jorge Rodríguez, respectivamente). ¡Sólo cuatro! Pero Salas Arenas “se sacrificó”, asumiendo el doble voto que permitía el reglamento del JNE, que señala: “en caso de empate dirime el representante del poder Judicial.” ¡Santo remedio! ¡Desde ahí Salas Arenas se convirtió en zar del JNE! ¡Y ahí sigue! Como resultado, acabó invistiendo de presidente a su camarada Pedro Castillo.
Consideramos razonables estas evidencias –existen muchas más- para evitar que Salas Arenas siga empernado al JNE. El inconmensurable daño que ha hecho al Perú es suficiente para que la Corte Suprema compruebe la urgencia de nombrar a un nuevo delegado al JNE. Mucho antes de la siguiente elección.
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