Una democracia amenazada
La izquierda extremista peruana saltó a la escena durante el primer gobierno de Fernando Belaunde, tras una sublevación campesina en los valles La Convención y Lares (Cusco), liderada por el rojo Hugo Blanco. Aunque su surgimiento político partiría del asesinato de siete policías en Mesa Pelada, poblado cercano a La Convención, a manos de “guerrilleros” del Movimiento Izquierda Revolucionaria MIR de orientación maoista, adoradores de Fidel Castro dirigidos por el exaprista Luis de la Puente Uceda. Este protagonizó su primera asonada en Mesa Pelada, poblado cercano a La Convención, Cusco. Sofocada esta, tras el asesinato de siete policías por los insurgentes –y abatido De la Puente por el Ejército–, las guerrillas acabaron disolviéndose.
Pero esa izquierda asesina resurgió a finales de 1979 con sendero luminoso, liderado por abimael guzmán reinoso, quien desató un cuarto de siglo de baño de sangre en el país, siendo derrotado tras 25 años de genocidio con el doloroso saldo de decenas de miles de militares, policías y civiles muertos, e incontables heridos y desaparecidos. Esa misma izquierda –odiadora de las FFAA y la Policía Nacional– alcanzaría su ápice de poder con la proclamación presidencial de Valentín Paniagua. Hecho que merece destacarse es que los herederos del MIR, entre quienes destacaba Ricardo Letts, líder de Vanguardia Revolucionaria, maltrató atrozmente a Fernando Belaunde, jefe del partido al que perteneciera Paniagua, llamándole “reaccionario, “antidemócrata, representante de la oligarquía y pelele del imperialismo yanqui”. Cuba fue el modelo al que aspiraban de la Puente Uceda y Letts.
Fue la misma pretensión que ahora tienen los lideres de izquierda que siguen bregando, tercamente, por transformar al Perú en otra isla de la miseria, del terror, el totalitarismo y la esclavitud. ¡Como su idolatrada Cuba! El germen extremista rebrota en 1978 con sendero luminoso y su guerra popular. Surgen entonces sujetos como Diego García Sayán quien, habiendo pertenecido a las canteras guerrilleras del MIR, saltó a la palestra política como comisario bolchevique en un evento agrario en Ica.
Precisamente este sujeto se encargaría de reciclarse con Valentín Paniagua –de quien hay versiones de sus simpatías por la izquierda comunista– después de haber sido asesor de Fujimori en la reforma del poder Judicial. Fue de la mano de Paniagua que García Sayán surge como todopoderoso ministro de Justicia, suerte de comisario de la Comisión de la Verdad y, sobre todo, pope de los caviares y la oenegé, propietarias del factor derechos humanos dedicadas fundamentalmente a maltratar a militares y policías usando los postulados de la Comisión de la Verdad.
Este es el escenario detrás de esta mascarada mal llamada democracia peruana. Ahí están los responsables del caos sociopolítico y, consecuentemente, los solapados politicastros unidos a la mafia procubana –operada por el “gallo” Zamora, factútum de la amenaza totalitaria que persigue al Perú– y tiene como mentores a los bellidos, castillos, cerrones, bermejos y demás comunistas instalados en pleno corazón de nuestro Estado. Mientras los demócratas peruanos no comprendan esta realidad, el riesgo de una revuelta totalitaria sigue latente a la vuelta de la esquina.
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