Una sociedad destrozada
Amables lectores, para todos sus efectos fracasó estrepitosamente el golpe perpetrado desde el propio Ministerio Público por la Fiscal Marita Barreto, en connivencia con la ex Fiscal de la Nación doña Zoraida Ávalos, su yunta Pedro Sánchez y el policía de moda, Harvey Colchado. Tras 48 horas de silenciosa maduración, la elefanta parió un muñeco carnestolendo golpista en el Ministerio Público, llegando al extremo de fabricar una enorme crisis nacional, más allá de cualquier imaginación.
Como el Perú atraviesa por una estruendosa crisis existencial, jamás vista en otro país de la órbita occidental, todo cabe en la dimensión desconocida de la politiquería barata que. desde hace un par de décadas, nos gobierna. Aunque debemos reconocerlo. Llegar al punto de desatar un quiebre constitucional desde las propias entrañas del Ministerio Público, constituye todo un récord planetario.
Hoy ni siquiera son los poderes del Estado los entes capaces de desatar una tormenta nacional del calibre de un golpe de Estado. Tampoco hace falta la salida de tanques ni de soldados a las calles; menos aún leer bandos y manifiestos ni generar tormentas que acaban en violencia. Esos privilegios han descendido a la categoría de las instituciones estatales. Y al paso que andamos, el día de mañana cualquier títere con cabeza pudiese, desde su propio hogar, llegar a convertirse en autor de alguna suerte de golpe de Estado. Porque, incluso eso de llover para arriba ya es práctica común en esta atribulada nación.
Bromas aparte, sofocado el ridículo incidente provocado por una fiscal y tomadas muy en serio las medidas disciplinarias que competan adoptar desde los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, aparte de las sanciones que debe imponer el Tribunal Constitucional a los responsables de este intolerable levantamiento contra el orden democrático y contra el Estado de derecho, la sociedad peruana debe ponderar la gravedad de la crisis social y política a la que ha llegado la nación peruana.
Hablamos de una podredumbre colosal de todos los estamentos del Estado, hechos triza por la terrible incompetencia, banalidad, estupidez y mediocridad de las dirigencias políticas que ha parido la vieja Madre Patria, tras dos siglos de vida. El nivel ínfimo, vergonzante, absurdo, incoherente y estúpido al que ha llegado la sociedad peruana es patológicamente deplorable, aparte de gravísimo y sumamente peligroso. Hemos descendido, amable lector, a estratos triviales de mucha gravedad.
La sociedad peruana sencillamente ha implosionado, motivada por esa inmensa tontería que la carcome, producto de la influencia caviar en los estratos sociales altos y medios, a los que ha emponzoñado con su mesianismo buenista, derechohumanista, bi, tri, tetra o penta sexualista, y tantas otras banalidades que no caben en una sociedad primaria y elemental, como aún es la nuestra; sin primero crear una base educativa muy potente y competente, que le permita comprender aquellas realidades que viven en otros países.
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