ÚREP: la clase política está leyendo el PERÚ al revés
El mercado internacional está abierto y lleno de oportunidades para incrementar y mejorar la oferta exportadora de nuestro país. Desgraciadamente la clase política, en vez de promover leyes y acciones para atraer inversión, generando más divisas y empleo digno, parece esmerarse para hacerlo peor. Dedican buena parte de su tiempo en defenderse de acusaciones del pasado, sin importarles dejar a millones de peruanos sin futuro.
Los niveles de aprobación a su gestión apenas superan un dígito, pero pocos reconocen que, con ese mismo dedo que ahora los acusamos, hace dos años los elegimos.
La percepción de la clase política se ha deteriorado rápidamente. La tarea de revertir esta situación la tienen todos los partidos políticos, especialmente aquellos que, aburguesados, sólo se activan cuando las elecciones se acercan.
Han abandonado la formación de nuevos cuadros, especialmente en el interior del país, cediendo ese espacio a variopintos movimientos regionales que, fortalecidos con dinero de la corrupción, aportan lo “mejor” de sus inescrupulosos “niños” que llegan para coludirse con el poder, incluyendo angurrientos “mochasueldos” que han terminado de embarrar al Congreso.
Desafortunadamente en nuestro país la gente calificada no tiene interés en participar en política. No quieren exponerse a salir chamuscados en el intento.
Tenemos buenos y nuevos valores en el Congreso, existen capacitados profesionales de carrera en el Ejecutivo, pero cada vez son menos. Lamentablemente justos pagan por pecadores, y la opinión pública, sin diferenciar, los pone en el mismo saco con aquellos advenedizos que, caminando por el sendero de la corrupción, van en busca del botín.
La impunidad y el JNE han permitido que oscuros personajes participen y se mantengan en política. Los corruptos “timbean” apostando a no ser sancionados. Los ministerios e instituciones públicas han sido repartidos cumpliendo las cuotas de poder ofrecidas.
Tenemos un presidente del Congreso presentado como el “mejor” representante de su partido, pero ante las denuncias que éticamente lo descalifican, no renuncia.
En el Legislativo, fraccionado en doce bancadas, hay comisiones emblemáticas en las que han postulado y podríamos ver ocupando asientos a: promotores de la pedofilia en educación, el odio en cultura, el denunciado designado para fiscalizar, gente sin valores en ética, un pegalón para defender a la mujer. Pareciera que los buscan por sus antecedentes y no por ser decentes.
Todos queremos lo mejor para nuestro país, pero es difícil no ser pesimista al constatar que lo que hoy vemos “es lo que hay” y podría ser peor si mañana no elegimos bien. Los partidos políticos tampoco pueden sacar cuerpo y seguir siendo cómplices en validar y certificar corruptos, mediocres y desleales que llevaron en sus listas.
La próxima vez que vayamos a votar debemos recordar que, por negligentes, estuvimos muy cerca del abismo.
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