¡Vacarlo, suspenderlo o inhabilitarlo!
Como buen marxista y pro senderista que es, Pedro Castillo insiste en el ataque como su mejor –y única- arma de defensa. El sábado, puesto contra las cuerdas al fracasar en su infinito engaño al país (con el cuento que nombraría un gabinete de consenso, y acabar haciendo todo lo contrario), no tuvo mejor idea que disfrazarse de comanche y lanzar este infeliz grito de guerra: “Tiendo la mano por última vez para que todas estas fuerzas políticas ‘agendemos’ un consenso por la democracia (…) Desde aquí exhorto al pueblo peruano que, de seguir soportando (cuestionamientos) luego de un año, en el marco del respeto a la democracia voy a sentirme obligado a hacer una cruzada nacional, junto con el pueblo peruano, para defender el gobierno. Porque yo vengo de las urnas democráticas, donde el pueblo se ha manifestado.“ Sobre esto último hay que preguntarle al todavía mandamás del JNE, ¿qué tan cierta es esa afirmación de su protegido Castillo? Más aún, Castillo volvió a arremeter contra los congresistas a quienes les calificó de “golpistas que llegaron al Congreso con poca representación ciudadana.“
Además, se quejó fuertemente de la negativa congresal para que asistiera al cambio de mando en Colombia. Decisión basada en razones: 1) resultaría nefasto para el Perú que lo representase un mandatario que, hasta la fecha, está comprendido en cinco carpetas de carácter penal, a cargo de la Fiscal de la Nación, imputado como investigado –no como testigo- de delitos que pueden llevarlo a recibir una condena de 35 años de carcelería e inhabilitación permanente para ejercer cualquier cargo público; 2) su incoherencia y falta de dominio de la historia del Perú y el mundo, haría que la persona que represente al Perú ante gobiernos y auditorios extranjeros, sea un neófito que deje muy mal parada a nuestra tan venida a menos nación, por culpa de un sujeto que no sólo no sabe dónde está parado, sino que, siendo gobernante, está envuelto en un manto de delitos de corrupción y por grave infracción a la Constitución y la ley.
¡A Pedro Castillo sólo queda vacarlo, aplicando la Constitución! El problema es que este sujeto corrompió a un grupo de congresistas vía sobornos pagados por el Estado, facilitándoles obras para sus regiones que se les entregarían a contratistas amigos por licitaciones amañadas; o puestos de trabajo en alguna entidad pública que acogerían a amigos y familiares. ¡Además de sabe Dios qué otros tantos fraudes! Estos “padres” de la patria -llamados “niños”- votarían ciegamente contra todo aquello que implique perjuicio a Castillo, su patrocinador. En consecuencia los 87 votos indispensables para vacarlo hoy son imposible de reunirlos. Sin embargo, el Parlamento mantiene retenido el proyecto de ley que reduciría a 51 el número de votos para inhabilitarlo y 66 para suspenderlo. Votos que podrían reunirse fácilmente para acabar cuanto antes con esta pesadilla.
Tarea prioritaria para la gestión de Lady Camones. Sobre todo si pretende zafarse del concepto nefasto que se cierne sobre ella, por pertenecer al partido del turbio César Acuña.
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