¡Vela y Pérez: a la reja!
En pleno apogeo de la borrachera de dinero y poder que exhibían los grupos económicos (que en sociedad con los toledos, humalas, kuczynskis y vizcarras se repartieron no menos de US$25,000 millones robados al Estado a través de una operadora del mal llamada Odebrecht) el país avanzaba camino directo al caos en el que hoy nos encontramos, culminada la segunda década del tercer milenio. La silente indignación y la cólera de la ciudadanía iba mermando la confianza de la sociedad en su democracia. Progresivamente, el hombre de la calle perdería confianza en sus autoridades de gobierno, en las instituciones privadas como públicas, y en general en el país. La ciudadanía fue brutalmente engañada por los llamados grandes medios de comunicación –RPP, Comercio, República, canales 2,4,5,8,9- poderosos grupos mediáticos que simpatizaban y sintonizaban con aquel monstruo de la corrupción interpretado por una mafiosa brasileña (Odebrecht, embajadora político/financiera del apparatchick socialista de Lula da Silva), que actuaba en contubernio con la empresa peruana Graña y Montero, aprovechando la vinculación de ésta última con José Graña MQ en su condición de socio común de la constructora y el grupo El Comercio. Acá nada se movía sin el visto bueno del consorcio mediático que apoyaba ciegamente a la corruptora Odebrecht, apadrinada a su vez por los ex fiscales de la Nación Pedro Sánchez y Zoraida Ávalos, que le permitieron pactar -lo que hoy ya se sabe- con dos fiscaletes: José Domingo Pérez Gómez y Rafael Vela Barba. En esos tiempos ambos “perseguidores del delito” eran más poderosos que un jefe de Estado. Ambos trajeron de los pelos a Vizcarra –estaba en Brasilia en una ceremonia oficial- obligándolo a regresar a Lima “porque el fiscal de la Nación Pedro Chávarry ha dispuesto cambiar de puestos a Vela y Pérez”, por negarse a revelarle el pacto secreto entre ellos y Odebrecht. Conclusión: Vizcarra llegó en horas, depusieron al fiscal Chávarry y Pérez/Vela regresaron a sus cargos. Nuevamente Odebrecht siguió mandando. Tanto, que ha volado en pedazos el pacto secreto que firmo con Vela y Pérez, ensimismada por el triunfo de Lula en Brasil. ¡Odebrecht ha regresado a ser el poder de siempre! ¿Consecuencia? Perú se habría quedado colgado de la brocha incapacitado para cobrar aunque fuere el mínimo que la constructora “pactó” en secreto con Vela y Pérez. ¡No sólo no recibiremos un dólar de Odebrecht, sino que hemos sido demandados por esta, por miles de millones de dólares! ¡A Ávalos, Vela, Pérez y los medios de prensa que les defendían no les importaba demandar a Odebrecht! Su meta era denunciar al Apra y al fujimorismo por receptar dinero de la brasileña, para anular sus postulaciones. ¡Los malos fiscales deben ser juzgados severamente, como cómplices de Odebrecht!
Apostilla. La delincuencial conducta de estos malos peruanos pretende usarla el presidente Castillo como antecedente, para justificar la organización criminal que presuntamente habría montado para robar “como todos los gobernantes.” Los precedentes ajenos no califican para que los sucesivos gobernantes delincan. El crimen se paga, y debe erradicarse castigándolo muy duramente.
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