Wara Wara: la voz de oro de los Incas
Judith Acuña Pichilingue nació en el corazón de Barrios Altos, entre el colegio San Idelfonso y la Escuela de Bellas Artes. Imagino que apenas vio la luz lo hizo cantando al compás de guitarra y cajón. Desde niña destacó por su particular voz. Apenas a los catorce años ya brillaba en inimaginables escenarios. Es que la limpieza de su envidiable voz era comparable al trino de las aves; es que su voz destacaba por ser rica en graves y agudos, por ser pura, plena, virtuosa y limpia.
A temprana edad viaja a Europa convocada por el maestro Moisés Vivanco y sería en Grecia donde puso de pie a los reyes, quienes aplaudieron fervorosamente, rendidos ante la prodigiosa voz de una soprano de coloratura comparable a Yma Súmac. Este sería el inicio de un camino que la llevó a recorrer todo el mundo conquistando los más difíciles escenarios. En esta travesía dio a conocer un amplísimo y rico repertorio de la lírica andina matizado con la dulzura del quechua, dándole a la opera una belleza especial, porque su canto viaja lleno de colores, truena dulce y “Su voz suena como si traspasara los Andes”, tanto como para hacer suspirar a los nevados de los Andes.
La conocí en el Centro Base San Juan allá por los años 90. Oírla los lunes entonando el Himno Nacional era un tremendo privilegio. Uno no podía explicarse cómo es que de ese pequeño cuerpecito, que vestía casi siempre el hábito del Señor de Los Milagros, podía salir tremenda voz. Es que nuestra pequeña, pero tremenda mujer cantaba desde el fondo de su corazón lo que es el amor por la patria y la vida y lo expresaba con toda el alma; no en vano dejó que la llamaran Wara Wara (‘estrellita’ en aymara) porque para ella Dios, la patria y el prójimo son las estrellas.
Sería lamentable que “los discos de vinilo” desaparezcan del lenguaje de nuestros burócratas del Ministerio de Cultura. Por eso mi exigencia de que preserven la valía de más de un centenar de interpretaciones grabadas por nuestra Wara Wara, y puedan digitalizar y remasterizar toda su obra musical así como las de nuestras sopranos Yma Súmac, Zoila Zevallos, Siwar Q’ente y de todas las hijas del Sol. No permitamos que su tremenda voz deje de brillar porque su voz es oro de los Incas.