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¿Washington toma distancia de Latinoamérica?
Para Estados Unidos, la todavía primera potencia mundial, Latinoamérica parece encontrarse en su último orden de prioridades. Al menos esta es la sensación que nos deja, de manera realista, su errática conducta con esta parte del continente. La verdad es que, desde hace mucho tiempo, vemos con estupor el –cuando menos aparente- desinterés que transpira Washington DC frente al descarrilamiento de aquello que los políticos norteamericanos gustan llamar su backyard (patio trasero). Sin la menor duda -y progresivamente- Latinoamérica está desviándose de lo que antes fue un único continente. Inclusive hoy en día, Latinoamérica pareciese ser un subcontinente al garete. Después de dos siglos de independencia la región no sólo confirma haber sido incapaz de ser exitosa, desaprovechando su variada y vasta geografía y mineralmente rica orografía; sus fértiles valles costeros y copiosas zonas mesoandinas. ¡Aún no consigue articular un plan de desarrollo cultural, social, económico, político y estratégico acorde con su idiosincracia! Vista en perspectiva, hoy América Latina atraviesa por uno de sus peores momentos, convertida en semicontinente dominado por una izquierda totalitaria, agresiva, vulgar, inculta, improductiva, resentida y socioeconómicamente incapaz. Y este escenario rebaja el interés del gigante norteamericano por articular un proyecto a largo o mediano plazo, para asegurar que el continente -adonde se ubica EEUU- deje de ser una versión africana de esta parte del planeta. Durante años, Washington había dejado de enviarnos los embajadores de la talla que solía acreditar en el Perú. ¡Hasta en épocas difíciles, como la revolución socialista de Velasco! Recordamos a Taylor Belcher; más tarde a Robert Dean, a Frank Ortiz, Harry Schlaudeman, Alex Watson, Anthony Quainton, Michael McKinley y tantos diplomáticos de enorme solera. De pronto, por años el Departamento de Estado cesó esa política y tuvimos a embajadores intrascendentes. Hasta que, en noviembre 2020, Washington designa a Lisa Kenna, abogada, diplomática y perspicaz embajadora de talento. Primero fue Secretaria Ejecutiva del Departamento de Estado; trabajó en el Departamento de Defensa y en el Consejo Nacional de Seguridad. ¡Durante su breve estancia, Kenna ha contribuido muchísimo en beneficio del Perú! Sin embargo, apenas dos años después de su llegada nos enteramos de que ha sido reemplazada por Stephanie Syptak Ramnath, quien todavía ejerce el cargo de segunda en la Embajada de México. ¡Ojala vuelva a acertar el Tío Sam con ese nombramiento! Porque Perú es la única República latinoamericana que ha decidido enfrentarse al todopoderoso Foro de Sao Paulo, que manejan pesos pesados como Cuba, Venezuela y -ojalá no se sume- Brasil. ¡Auténtica amenaza totalitaria para toda la región! ¡Será improbable que nuestro país derrote a esta mafia comunista, si EEUU se desentiende de semejante amenaza geoestratégica! Por otra parte, el narcotráfico, la tala y minería ilegal, y otras mafias manejan unos presupuestos inmensos con los que financian a frentes populares, a políticastros, agitadores, etc. Asimismo compran conciencias políticas, económicas, mediáticas, etc., para seguir corrompiendo a nuestros países hasta lograr dominar el subcontinente. ¡Y encima de todo ello, China sigue consolidándose como uno de los primeros inversionistas en el Perú! ¿Hasta cuándo?