¡Y Puno sigue al garete!
Puno se sitúa en pleno oriente peruano, limítrofe con Bolivia. Es, de por sí, una región compleja, encajada en el altiplano llamado Meseta del Collao, enclavado entre los 3,812 y 5,500 metros sobre el nivel del mar, extendiéndose hacia la ceja de selva y la selva alta entre los 4,200 y 5,000 metros sobre el nivel del mar. Allá radica una parte de la etnia aymara afincada en la meseta del Titicaca.
La restante lo hace en Bolivia, cruzando el lago del mismo nombre. Tanto política como geográficamente la presencia boliviana hace sentir su influencia en el día a día de la vida de los puneños. Sobre todo, tras la falsa ilusión que generó en esta zona geográfica un sujeto pérfido conocido como Evo Morales, a quien la izquierda sudaca elevó a los altares endiosándolo como el creador del milagro boliviano.
Verdad que acabó siendo más falsa que todas las mentiras juntas de Toledo, Humala, PPK, Vizcarra y Castillo. Morales fue presidente de Bolivia a partir del 2005, siendo reelegido en 2009; luego en 2014. ¡Hasta que tuvo que renunciar el 10 de noviembre de 2019, acusado de cometer fraude electoral en otra de esas farsas a las que denominaba “comicios electorales” para reelegirse indefinidamente, imitando a sus mentores Castro, Chávez y Maduro. Se adueñó literalmente de Bolivia, convirtiéndose en todopoderoso. ¡Además de totalitario! Simultáneamente urdió una trama para unificar Perú con Bolivia, vía la doctrina que bautizara como “la plurinacionalidad aymara”. Con aquella “idea” conquistó ideológicamente al submundo de las comunidades indígenas asentadas en el altiplano peruano.
Lo hizo vía la falaz prédica unitaria andina que apuntaba a la “patria grande socialista latinoamericana”, creación del impresentable Chávez. ¡Aquello después pretendió imponérnoslo un miserable súbdito de Evo Morales llamado Pedro Castillo Terrones! Bolivia es, ahora, la gran cabecera de playa de Cuba para extender su dominio totalitario al extremo sur latinoamericano.
A lo largo de aquellos casi catorce años como presidente, Evo Morales le impuso a su pueblo el método de enseñanza creado por el castrismo para ideologizar a los cubanos. Recientemente implosionó la economía de Bolivia, sincerándose finalmente la falsedad del llamado “milagro boliviano”. Hoy Bolivia es un país quebrado, al garete, dominado por el narcotráfico y una apabullante minería ilegal; administrdo por mafias criminales que manejan la situación mediante el terror que impone la violencia rampante en que sobrevive la vecina nación.
Pero esta realidad parece importarle un caracol a la presidente Dina Boluarte, al primer ministro Alberto Otárola y/o a la canciller Cecilia Gervasi. ¡En general a este régimen que heredó el desastre larvado por Pedro Castillo, un pelele del castro-chavismo y súbdito de Evo Morales! Le interesa tan poco que Puno lleva cuatro meses como zona liberada. ¡Sin el más mínimo control del Estado! Ojo. Puno colinda con Madre de Dios, Cusco, Arequipa, Moquegua y Tacna. ¡Un estratégico radio de acción, que al régimen Boluarte pareciera no preocuparle! Insistimos, presidente Boluarte. ¡Tome usted el control de Puno utilizando todos los instrumentos que le franquean la Ley y la Constitución!
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